martes, 26 de mayo de 2015

El Polaco (I)

Variopinta, por Federico Coutaz

Todos los días era el cumpleaños del Polaco. Al llegar a la esquina de su casa, alguien preguntaba qué día o fecha era y el Coty sacaba de su mochila una agenda o un cuaderno que él daba por agenda, aunque lo más probable es que no sacara nada y pasara entre sus dedos hojas invisibles, antes de anunciar con fingido asombro que, una vez más, era el cumpleaños del Polaco.
La ceremonia era sencilla, en el trayecto que nos separaba íbamos juntando piedras, palos y cualquier cosa que se pudiera tirar, una vez frente a la casa procedíamos a cagarla a cascotazos hasta que el Polaco salía y corríamos muertos de risa y de miedo. Germán sabía correr más rápido que cualquier persona del mundo.
Casi todas las veces la persecución era más bien imaginaria, aunque alguna que otra vez sucedió. Recuerdo con precisión sólo una, salió gritando con un escurridor, nos corrió hasta la calle y nos tiró con el palo, sin puntería.
En invierno, el Polaco salía a barrer la vereda en calzoncillos, campera y borceguíes. Hablaba solo, a veces eran largas proclamas que anunciaban catástrofes y castigos, nombraba militares y hombres de barba. No se entendía todo, no pronunciaba bien y saltaba del susurro balbuceante al alarido furioso. Usaba siempre una peluca rojiza algo desteñida.
Desde la vereda de la casa de Jimena, que vivía enfrente, escuchamos uno de sus parlamentos, era sobre la novela de la tarde, Estrellita Mía, con Andrea del Boca. El Polaco decía que si Estrellita no decía la verdad iba a ser castigada por Dios. 
Creo que nadie en el barrio quería al Polaco, su existencia era perturbadora y desafiante. Todos, en silencio, le temían o lo despreciaban. Jimena no le tenía miedo y de alguna forma lo quería o se apenaba por él. Además, posiblemente creía lo que nos decían en catecismo, su mamá era catequista.

Publicada en Pausa #154, miércoles 20 de mayo de 2015
Pedí tu ejemplar en estos kioscos

LOS OTROS CAPÍTULOS



No hay comentarios: