jueves, 13 de noviembre de 2014

La tengo, no la tengo

Los álbumes de figuritas de futbolistas han cambiado para siempre: ahora resulta que a la difícil se la puede pedir y pagar por Internet. Y te la mandan a tu casa.


Hace un rato –dos horas antes de escribir esta primera línea- me di cuenta de una nueva estafa de estos tiempos modernos. En un domingo lluvioso de Arroyo Leyes leí en la última página del álbum Fútbol Argentino 2014 lo siguiente: “Servicio de álbum lleno”. De ahí en adelante explica, paso a paso, todos los datos a llenar para conseguir las figuritas que faltan para completar el álbum. Resulta que a través de una página web ahora se le puede pedir a la empresa –previo pago– las figuritas que se nos ocurran. Este nuevo acto de facilismo en tiempos de ansiosos incontenibles no hace otra cosa más que ponerle fin a la mágica aventura de llenar un álbum, fin a la desesperación por abrir el paquete, fin a la impotencia de no encontrar por ningún lado a “la figu difícil”.
Rafael Bitrán es docente, librero y además es el coleccionista de figuritas más importante que tiene Argentina. Hace unos meses señaló en una entrevista que “las más difíciles ya no existen, si te faltan pocas, las podés comprar, y ya no es lo mismo”. En esto de buscar una explicación a semejante estafa a la aventura de llenar un álbum, parece ser que las difíciles no existen más por algo que las empresas decidieron llamar “deslealtad comercial y presunta imposibilidad de frustrar al consumidor”. ¡Sin palabras!
Cuando los años ganan más espacio en la vida, los juegos que recuerdan la infancia avanzan silenciosamente en la vidriera de la memoria. Ahí, los varoncitos futboleros nos encontramos con las figus que fueron parte de nuestra escuela, de los recreos, de la vueltas en colectivo abriendo los paquetes que terminábamos de comprar en el kiosco de la esquina, de los intercambios con los amigos para ver si encontrábamos alguna que no teníamos, de los insultos compartidos por no tener la o las difíciles. Y en este universo fotográfico reducido a pequeños rectángulos o círculos, aparece un apellido ícono en los apasionados coleccionistas: Mukombo.

La más difícil
Albert Mwanza Mukombo, la figurita más difícil de la historia de los álbumes de los mundiales de fútbol. Fue un improductivo lateral izquierdo de la selección de Zaire (actual República Democrática del Congo) que jugó la Copa del Mundo “Alemania 1974”. Memoriosos y amantes de los mundiales no dudan en polemizar sobre cuál fue el peor seleccionado que haya disputado un Mundial: ¿El Salvador en España 82 o Zaire en Alemania 74?
Según los más destacados coleccionistas, el futbolista africano que tuvo la fortuna de jugar  hace 40 años un Mundial, se hizo famoso en nuestro país por ser el más buscado entre los señores que rondan las cinco décadas. ¿Pues hace falta conocer mínimamente a este tal Mukombo? Sí.
Resulta que este muchacho nació un 17 de diciembre de 1945 en la provincia de Katanga (sí, se llama así y se aloja en el extremo sur del Congo), y en sus años de gloria jugaba en el TP Mazembe Lubumbashi de su país. Su destacado nivel para el fútbol de Zaire en la década del setenta hizo que lo eligieran para conformar el primer representante del África negra en mundiales.
Mukombo, la figurita más difícil de la historia de los álbumes futboleros, una tradición infantil que le daba otro color a los recreos.

Albert Mwanza Mukombo fue un futbolista de escasa estatura (1,64 metro), como casi todos en aquel plantel africano, la mayoría descendiente de las etnias de pigmeos mbuti. El de la figurita difícil del álbum –que se llamaba “Munich 74”– fue titular en los tres partidos que jugó Zaire en la historia de los mundiales, en los que cayó sucesivamente 0-2 ante Escocia, 0-9 contra Yugoslavia y 0-3 frente a Brasil.
El encuentro ante nuestros vecinos sudamericanos tuvo algunas particularidades, una de ellas fue la amenaza de Mobutu (el dictador de Zaire por aquellos años), quien les “recomendó” no volver al país con una caída mayor a cuatro goles. Los futbolistas escucharon la “sugerencia” y se esmeraron en perder solamente por 3 a 0. Otro detalle de este partido ocurrió en un tiro libre, cuando el árbitro dio la orden para que Brasil ejecutara la falta, pero Mwepu (el “2” de los africanos), salió corriendo de la barrera y terminó despejando el balón antes que algún brasileño lo llegase a tocar. Quizás ese tiro libre hubiese terminado en el cuarto gol, y quizás a la vuelta, literalmente, los mataban a todos.

Antes y después del álbum
En esto de revisar la historia de las figuritas, hasta la década del 40 no tenían vida propia: eran el “bonus” de algunas marcas de chocolate, caramelos y cigarrillos. Las únicas que se vendían en planchas eran las de brillantina, y sólo para las chicas. Años más tarde llegó la era de las grandes colecciones con álbum propio. Y en un país futbolero como pocos, fue así como desembarcaron las figuritas de jugadores y clubes.
El docente Rafael Bitrán –experto en el rubro–, no se conformó con extender su infancia a través de la colección de figuritas. Se dio cuenta de que en muchas familias circulaban colecciones que nadie sabía muy bien dónde guardar, para qué, hasta cuándo, por qué. Y desde su librería de usados comenzó a comprar álbumes y álbumes viejos, y fue sí como conoció a otro “colega”, Francisco Chiappini, con quien publicó Malditas difíciles, en 2002, Ídolos en cartón, en 2005, y Difíciles eran las de antes. Historia de las figuritas de fútbol en la Argentina (1910-2013), este año. El placer de coleccionar lo llevó hasta el Palais de Glace, el histórico espacio de arte en la Ciudad de Buenos Aires que alojó durante los primeros meses de 2014 la muestra Difíciles eran las de antes. Trataba de una gran parte de su colección, una selección de piezas producidas en la Argentina entre 1920 y 1990.

Juguete de todos
Si tomamos a las figuritas como un juguete, es uno más igualitarios de la sociedad, que la mayoría de los chicos pueden aspirar a tener. Vale mencionar que un paquete sale cinco pesos.
Y si retrocedemos en el tiempo, por lo menos hasta la década del ochenta, hay que destacar que este “juguete” también se podía obtener jugando, porque las figuritas servían para eso, para jugar, y no como en la actualidad, que con la irrupción de las autoadhesivas sólo sirven para pegarlas en un álbum. Venían, además de las cuadradas, las redondas, las de cartón. Se podía jugar a la tapadita, al chupi, al punto, que era arrojando las redondas contra la pared. Y si eras bueno, hasta te podías ganar un montón de figuritas.
Ellas no se extinguieron, todavía resisten al paso del tiempo, aunque ya no hay un Mukombo para rastrear por cielo y tierra, y exista un Messi difícil que se puede pedir por Internet y tener en ese álbum lleno que pronto será canjeado por una pelota. ¿La pelota te la siguen dando, no?

Publicada en Pausa #145. Pedí tu ejemplar en estos kioscos de Santa Fe y Santo Tomé.

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