viernes, 1 de agosto de 2014

Una de Unamuno

Variopinta, por Federico Coutaz

Es 12 de octubre de 1936, en la Universidad de Salamanca se festeja el Día de la Raza. Pocos meses antes, el ejército y el clero derrocaron un gobierno de izquierda legítimamente constituido. La  Guerra Civil acaba de comenzar.
El principal orador del acto y uno de los protagonistas de esta historia es general y se llama José Millán Astray, héroe del franquismo. Su cuerpo es un compendio de mutilaciones, prueba de temeridad.  Le falta un brazo, su única mano tiene los dedos mullidos, una de sus piernas está maltrecha y un parche le tapa el hueco del ojo que perdió pero no el faltante de carne en el maxilar y la mejilla izquierda.  Se le atribuye haber inventado el infeliz  “Viva la muerte”.  Fundó la sanguinaria Legión Española, célebre por su ensañamiento con las poblaciones civiles. También es conocido por llamar, desde radio Sevilla, a violar mujeres republicanas para que sepan lo que es un hombre. Su esposa juró castidad eterna, se lo comunicó luego de la boda y tuvieron una relación fraternal.
Durante la ceremonia, en los distintos discursos se insulta a Cataluña y al país Vasco, cánceres que Franco sabrá exterminar “cortando en la carne viva, como un decidido cirujano libre de falsos sentimentalismos”. Millan Astray celebra cada intervención gritando loas por España y vivas a la muerte.
El otro protagonista es Miguel de Unamuno, quien apoyó el golpe militar. Unamuno es el mayor intelectual de España. Es rector de esa universidad y nació en Bilbao. Luego de escuchar las arengas, se levanta lentamente (es un hombre grande) y comienza a hablar. Dice que siente repugnancia por esa consigna necrófila y privada de sentido, le recuerda a Millan Astray su condición de inválido, aclarando que no es descortés decirlo y que Cervantes también lo era. Agrega que un inválido, sin la integridad espiritual de Cervantes, no debe dirigir un ejército, porque lo más probable es que encuentre alivio viendo multiplicarse los mutilados a su alrededor y a España ya no le faltan mutilados. Dice también que sin duda van a vencer porque tienen más fuerza que la necesaria, pero que nunca van a convencer, porque no tienen razón ni derecho.
Guardo para el final las primeras palabras de Unamuno cuando se levantó: “Hay momentos en los que callar equivale a mentir”. (Recordé muchas veces esa frase en estos días de mutilados y muertos).
Miguel de Unamuno, luego del episodio, fue arrestado en su domicilio. Murió de tristeza dos meses después.

En Pausa #138, miércoles 30 de julio de 2014. Conseguilo en estos kioscos.

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