sábado, 30 de agosto de 2014

Nublado

La calle, por José Luis Pagés

Vuelve la hoja y queda con la mirada fija en la ventana. Llueve allá afuera y empieza a oscurecer. Es hora de cerrar las persianas, pero ahí está. Se incorpora, rodea el escritorio y avanza. La imagen retrocede y se disuelve en el agua. Apura el trago, prende un pucho y abre el anotador. Escribe: “Le decían Piojo, tuvo a su bebé en Rosario. Luego, ya no estaba embarazada”.  Arranca la hoja y un bollo cae en el papelero. A veces ella se deja ver entre la niebla o detrás de la vidriera de algún café. Él da una pitada e insiste: “Silvia se llamaba Ana y era norteña…”.
Otra hoja estrujada. Que cayó a fines del 75 cuando estaba embarazada –insisten–, pero cerca de esa fecha él la recuerda con su bebé a cuestas. La última vez que la vio fue cuando los visitó con aquella otra, su relevo en caso de ausencia. Esa persona volvió, pero solo para decir que a la Piojo no la verían más. Que su voz fue la última que se escuchó en la radio de combate y que el hijo, huérfano de padre antes de nacer,  recibiría el avioncito a fricción que ella le compró para esas fiestas. Eso quiere contar ahora, pero nada es seguro y así, más teme al daño que al beneficio de una verdad a medias. Tormenta, relámpago, oscuridad. Entre los fresnos ella se deja ver como quien ha preguntado y espera una respuesta.

En Pausa #140, miércoles 27 de agosto de 2014. Pedí tu ejemplar en estos kioscos.

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