domingo, 31 de agosto de 2014

Gente medieval


Estas líneas podrían empezar dedicándole al Sr. Lanato un improperio como el siguiente: “Gordo, ¿por qué no te haces coger por un mamut?”. Pero eso no sería lo correcto. La diversidad llegó a Facebook y Jorge dice la verdad cuando dice lo que piensa: “Vos decís que uno es lo que se siente. Si yo vengo y te digo que yo soy Napoleón y te exijo que digas que nací en Córcega y digo que soy emperador de Francia, ¿vos me tratás como tal?”. Autentica falacia de falsa analogía. ¿Qué tiene que ver el petiso francés con la identidad sexual y las seudopolíticas de integración de la multinacional de letra F? Pero el soberano del cuarto poder siguió, porque la testosterona no tiene limites: “Hablando de los documentos, ¿por qué hay que poner sexo? Vos sos una persona, después, con quién te acostás, es un problema tuyo. Esto que te den el documento de mujer y sos trava. No sos una mina, sos un trava con documento de mina. Yo no te voy a discriminar (para ser completito tendía que haber agregado que tenia un amigo trava) te voy a dar trabajo, pero no sos una mina”, opinó el dogor. Después habló de la Ley de Identidad de Género que permite a las personas cambiar su nombre en el DNI. “Cuando a Flor de la V le dan el documento y dice ‘soy mujer, soy madre’, disculpame: no sos, en todo caso sos padre”. El discurso del converso no tiene ninguna fisura, él es un testigo del discurso imperante. Como testigo, da testimonio, o sea hace una testificación, y deja su testamento. Según dice la etimología de la palabra testigo, tiene raíz en testículo. Cuenta la historia que los ciudadanos romanos, cuando eran llamados ante un tribunal para declarar sobre algún asunto de importancia, reafirmaban la validez de su juramento de decir la verdad llevándose la mano derecha a los genitales; es decir, juraban por su virilidad. De ahí que se dijera que “daban testimonio”, que eran “testigos”. Téngase en cuenta que en muchas épocas de Roma, como luego en otras sociedades durante siglos, la palabra de la mujer no era válida ante un tribunal o lo era mucho menos que la del hombre. Hoy, aparentemente, vivimos en otro tipo de sociedad o al menos lo intentamos, pero siempre el faloparlante va a buscar tener la razón. No es fácil, lo sabemos, es una lucha con uno mismo, con sus pares y con un discurso que nos atraviesa desde que nacemos.

En Pausa #140, miércoles 27 de agosto de 2014. Pedí tu ejemplar en estos kioscos.

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