jueves, 14 de agosto de 2014

Argumento para una película Clase B

Variopinta, por Federico Coutaz

Un hombre compra un celular por internet, debe ir a retirarlo a una oficina de correo. Al mismo tiempo tiene problemas con la administración federal de ingresos públicos y debe realizar una serie de trámites para regularizar su situación.
La búsqueda del celular resulta una aventura insoportable que culmina luego de un larguísimo recorrido por innumerables oficinas durante varias semanas, cuando un policía que custodia una de ellas, ante su desesperanzada consulta, entra a una habitación posiblemente mágica y vuelve con el deseado aparato pese a que le acababan de informar que no estaba ahí. El trámite de la administración supera su capacidad y su paciencia, pero durante ambas travesías comienza a albergar una sospecha que todavía no puede formular como hipótesis.
Duda de que el absurdo de los mecanismos y la impericia y negligencia de sus ejecutores sean algo del todo involuntario. Se obsesiona y emprende todo tipo de trámites con el objetivo de investigar, sin mayor método que la intuición. Comienza a advertir que en varios lugares ya lo reconocen y lo tratan con cierta desconfianza y desdén. Recibe amenazas solapadas y explícitas que lejos de amilanarlo lo confirman en su disparatada intención. Poco a poco, como es habitual en estos casos, abandona sus afectos y responsabilidades, se deteriora.
Antes de enloquecer, una carta manuscrita y anónima le confiere la verdad. Una organización clandestina gobierna cuidadosamente el aparente caos de la administración. El grupo comenzó a realizar operaciones corporativas de boicot con el fin de mantener sus fuentes de trabajo, ociosas conforme al aplastante avance de la tecnología. Pero en este ejercicio descubrieron un propósito mucho más decisivo. Determinada cuota de absurdo y sin sentido era lo único que mantenía a la humanidad en dominio, cada vez más frágil, de las máquinas. La consabida guerra había comenzado efectivamente cuando fuera anunciada en aquellas alarmantes ficciones científicas. La red era literal, una trampa que culminaba con el devenir de la humanidad en flujo de información. Pronto el cielo estaría cubierto de drones autónomos.
Prende su computadora para googlear el nombre de la organización de resistencia. Todas las páginas de Internet sólo muestran un ícono incomprensible, su celular no tiene señal. Sale a la calle.

En Pausa #139, miércoles 13 de agosto de 2014. Pedí tu ejemplar en estos kioscos.

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