jueves, 19 de junio de 2014

Chocar la luna contra el balcón

Variopinta, por Federico Coutaz

Pedro siempre camina, tiene una mirada brillosa. Ofrece un saludo que siempre es un encuentro, un abrazo. Anda por la vida con buena cara. Sospecho que sus mapas son secretos, que no los conoce, pero de alguna forma los intuye o adivina.
Sin descanso, Pedro absorbe la belleza y el dolor y se le vuelven canción en el cuerpo. Pedro canta, grita y llora, Pedro se funde en guitarra, Pedro se hace música.
Desde hace algún tiempo se presenta como artista en distintos eventos y escenarios. De a poco, somos más los que lo acompañamos cada vez, sin embargo, durante el suceso, Pedro queda irremediablemente solo, solo con sus fantasmas y sus dioses.
El cuerpo se le arquea en convulsiones suaves, Pedro acomoda el cuerpo como puede, se trata de parir una canción. A veces la disfruta y arropa, a veces la sufre hasta el fin de la palabra, le rasga el corazón, rechina, se incendia y la pelea, con toda su fuerza, con toda su vida. Pedro es valiente. Llega el silencio, un instante sin tiempo, una mariposa que fuga en vuelo mortal, en vuelo furtivo y errante que desenreda el mundo.
Si  por los caminos de la madrugada llega un desprevenido donde Pedro, puede escapar urgente y protegerse o quedará sumergido en el prodigio, respirará  el perfume narcótico de las violetas y bailará la tarantela con sus muertos, sentirá el momento preciso en que, muy lejos, un barco choca y sabrá para siempre que somos hijos de las estrellas, de la locura y del desamor. Pero también recordará que la poesía es hija de la magia y podrá mirar con ojos de niño, extender las manos y pedir la luna o romper el sol contra las piedras.

Publicada en Pausa #135, miércoles 11 de junio de 2014
Encontrá Pausa en estos kioscos

No hay comentarios: