sábado, 19 de abril de 2014

Una farsa coronada

Ricardo, una farsa: la obra de la Comedia de la UNL.

Por Marcelo Przylucki

La introspección es un proceso útil si logramos indagar en aquello que pueda decirnos algo nuevo acerca de nosotros mismos, más si no nos conformarnos con aquello que ya sospechábamos o conocíamos. Para trasladar ese proceso al arte es preciso, obviamente, que un ejecutante se haga cargo, puesto que las obras carecen en sí mismas de ánimo vital. A esta tarea de hurgar e investigar se abocaron los dramaturgos Sergio Abbate, Verónica Bucci y Lautaro Ruatta al momento de inclinarse por Ricardo III de William Shakespeare, fuente de referencia de lo que sería una labor harto galardonada (llegó en el primer puesto de la Fiesta Provincial del Teatro 2013) de la Comedia de la UNL.
Ricardo, una farsa condensa una mixtura de géneros que deviene en tensión constante para un espectador que es llevado a volantazos por senderos desconcertantes en los que se recitan contundentes versos clásicos de engorroso castellano antiguo, inmediatamente antes de una versión acústica de Café Tacvba. Así, la percepción debe mantenerse en alerta permanente para no quedar a pie ante la velocidad generada por los motores de la pieza clásica y la cuota de farsa agregada por los autores, que permite la incorporación de cuestiones familiares de la sátira y la comedia, emergentes en el contexto de producción del texto original en inglés (del que también forman parte, por casos castellanos, La Celestina y El Lazarillo de Tormes).
“A raíz de la investigación que se realizó a la hora de escribir el libro y construir los personajes dimos con que Ricardo, en verdad, no fue un personaje tan malévolo y sin escrúpulos como lo pinta Shakespeare en la obra original. Fue un protagonista de su época, que estaba muy convencido de qué era lo que debía hacer para acceder al trono. De hecho, su reinado tuvo cosas valiosas como la inauguración de ciertos derechos en cuanto a la justicia para los pobres, peleó por instaurar la lengua inglesa en su pueblo y para colmo, fue el único rey de la historia inglesa que fue  proclamado por su gente”, dice casi enamorado Abbate, que además de haber escrito en colaboración el libro, dirige la obra.
Los actores Javier Bonatti y Raúl Kreig interpretan la puesta, acompañados por Rubén Von Der Thüsen, Alicia Galli y Camilo Céspedes.

El poder es el tema que organiza el argumento, atravesado por todo lo que su conquista apareja: el sortear otras pasiones a costa de esta en particular, la construcción de una figura pública, el respeto impuesto en el mano a mano de las relaciones personales, los empleos del lenguaje.
Raúl Kreig viste su espalda con la capa del protagonista, un rey dotado de un cinismo tan agudo como simpático: “familiarizarme con Ricardo fue un proceso tan arduo como bello. A pesar de esa mala propaganda política, él es un hombre que representa al guerrero del medioevo. Se remitía a hacer lo que se suponía que debía para detentar su fracción de poder”, revela el experimentado actor en diálogo con Pausa. Kreig, que no deja ni una fisura ni una emoción contenida en los casi 70 minutos que dura la puesta en escena.
La escenografía se monta y desmonta al ritmo de la necesidad de los personajes, que siempre más temprano que tarde acaban reos del lamento prodigado hacia el rey de mala fama. El vestuario (Osvaldo Pettinari) y más aún, el verbo vestir, también es parte de la escena en la que abundan remolinos de sombra que se mantienen erguidos decorando la odisea de un victimario víctima del mandato “divino” de su época: el de alcanzar la corona acaso para revertir su condición de maldito por Dios, que lo ha perjudicado con una cojera y una joroba.
Menor no es el papel de Rubén Von Der Thüsen, cómplice dramático de Ricardo en su papel más fuerte dándole piel al duque de Buckingham; en el otro rol del que se hace cargo, será la anciana madre viudaq ue lamenta y maldice lo cometido por el nuevo monarca. Alicia Galli es mucho más que la cuota femenina: es madre, esposa, estrella, un par de ojos que entre los rostros espectadores que busca a quién dirigir palabras de un dolor heredado por milenios de mujeres.
El quinteto de actores se completa con Javier Bonatti y Camilo Céspedes, encargados de que no haya fisuras en la trama: “nos permitimos recuperar lo que llaman ‘personajes chuscos’, que algunos traductores omiten. Es esencial su presencia, ya que se encargan de aportar ciertos diálogos que no se les permiten a los protagonistas, por no deformar la imagen de éstos, también para hacer más ágil la adición de otras cuestiones”, aclaró Abbate.

Funciones
La obra se presenta todos los sábados a las 22.00 en el Foro Cultural Universitario, hasta agosto inclusive. Las entradas cuestan $ 35 y $ 30 con descuento para jubilados y estudiantes.

Publicada en Pausa #131, miércoles 9 de abril de 2014
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