domingo, 13 de abril de 2014

Ángeles caídos

La calle, por José Luis Pagés

“Nuestros anunciantes piden esto”, dice el director. El editorialista repasa el manuscrito. La hoja tiembla en sus manos, ligeramente. El director carraspea y agrega, “Es fuerte, pero necesario”. “No les va a gustar”, advierte el otro. El sol de julio que entra al despacho alumbra, pero nada más. Un escalofrío recorre la espalda del escriba. “Hombre, dicho así es brutal, pero si destaca el valor de esa fuerza en la lucha antiterrorista…”, “Son más de tres los policías presos”, recuerda el periodista. “Una de cal y otra de arena”, sugiere el director, remedando a Isabelita. la Sociedad Rural y otras instituciones nos piden que digamos algo porque están saqueando a sus representados”. “Se van a enojar”, insiste el otro y le devuelve el papel. El director sostiene que él es el hombre de paja. El primero en quemarse sería él. “En tribunales, sí”, le hace notar el otro. Debería saber éste que en la calle se paga con otra moneda. Entonces el director pregunta “¿Qué está pasando?” “La curiosidad extranjera tiene la culpa”, escucha. “Tienen la culpa esos metidos que preguntan por los desaparecidos. Antes del Mundial del 78 hubo que limpiar la escena. Muchos pibes perdieron el botín de guerra y no se resignan”. “Entiendo”, dice el director, pero insiste. “El centro comercial, la Sociedad Rural y otras instituciones nos piden que digamos algo porque están saqueando a sus representados”. Finalmente el otro acepta la tarea y se va. De regreso en la redacción llamará al Ministerio, no hay quien lo haga cambiar de idea. Luego   tecleará un título delicado, neutro, cuidadoso, como: “La lucha contra la delincuencia”. De inmediato el primer párrafo: “Comienza a inquietar el nuevo brote de acción delictiva” y ahí pegado, el moco vergonzante: “No siempre son civiles los que siguen la tortuosa senda del delito”. A renglón seguido compondrá un himno dedicado a quienes heroicamente combatieron a la subversión y redoblará su fe en los mismos que son los que habrán de librarnos de todo mal.  El 4 de julio del 78 el director repasará la nota y asentirá satisfecho, entrada la mañana, a la hora del café.


Publicada en Pausa #131, miércoles 9 de abril de 2014
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