miércoles, 30 de abril de 2014

Última mirada

La calle, por José Luis Pagés

“Para el Coronel es un crimen más”, dice  el ayudante. Él agita el tanque de revelado. Chapaleó en el barro y apartó ramas de espinillos con las manos duras de frío. Cuando llegó a la escena, la primera actriz yacía muerta, con el cuello retorcido. Los uniformes negros del grupo Monserrat cerraban un círculo, el médico hacía anotaciones en un papel. Cumplió con su rutina, pero se agachó y la Nikon enfocó los ojos de la difunta. Quizás el madrugón había valido la pena.
Ahora ajusta la ampliadora. El ayudante del Coronel se acerca. “¿Quién es?”, “Una piba que buscaron en Santoto toda la semana. Vivía cerca de las casas esas…, por calle San Martín, pero la tiraron en Corrientes y Sarmiento”. “¿Propia tropa?”, “Violación y muerte, fotos para el juez”.
Pero ahora, él quiere saber si es cierto que los ojos de los muertos guardan un último registro, como escuchó decir. “Me quedo con una imagen”, dice. “Vamos”, urge el ayudante, se larga el Mundial. Pega la copia mojada sobre los azulejos y enciende la luz amarilla, los ojos desorbitados lo miran, pero no dicen nada. Decepcionado vuelve al ayudante: “Llevá todo”. El otro asiente. “¿Pasamos la ronda?”. Toma un sobre y apunta: 01/06/78, Santo Tomé.

Publicada en Pausa #132, miércoles 23 de abril de 2014
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Ajedrez

Otro yo mismo, por Mari Hechim

En esa cárcel ninguna de las presas políticas era una nenita. Cada organización tenía una responsable, y de vez en cuando, se reunían para ajustar temas de convivencia, informar condiciones de caída de recién llegadas, etc.
Hasta el día del golpe, hacían manualidades, teatro, cursos, lecturas. Después del golpe no hubo ni un libro, ni un trozo de lana. De manera que, con migas de pan y escupidas, tallaron un juego de ajedrez, agregando cenizas para las negras.
Así empezaron largas partidas en el piso de la galería, donde en poco tiempo empezó a descollar la paciencia de Mariela, la responsable del PO. Solía medirse sobre todo con Ani, del PRT, que también lucía serenidad en partidas que a veces duraban días. La responsable de las montos era muy alta, rubia, enérgica y, ante los comentarios sobre Mariela, lanzó un desafío público: yo le gano. Mariela se asustó mucho pero sonrió y dijo: “Claro, cómo no”.
La tarde del duelo se sentaron frente al tablero, en el suelo, y todas las compañeras las rodearon. El corazón de Mariela latía apresurado; se intimidaba por la exuberancia de Silvia, pero la tranquilizaba el hecho de que ella no había sido la que lanzara el desafío; su compromiso era menor.
La partida duró cuatro o cinco movimientos. Había movido Silvia y Mariela se esforzaba para ver cómo había quedado el tablero hasta que la respiración del grupo se aflojó de pronto y alguien gritó: “¡Mate!”. A Mariela se le nublaban los ojos. Apretó la mirada hasta que lo vio: por algún movimiento irreflexivo, el camino entre su dama y el rey de Silvia había quedado absolutamente despejado. Se dieron la mano, sonriendo.

Publicada en Pausa #132, miércoles 23 de abril de 2014
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martes, 29 de abril de 2014

Inundación 2003: “Hagan justicia o váyanse a sus casas”

Reutemann, el asesino serial; lo que tapó la muerte de Obeid y la necesidad de justicia por las 158 víctimas: apuntes a once años de la catástrofe del río Salado.

Por Ezequiel Nieva

“El mayor asesino serial que tiene esta provincia se llama Carlos Alberto Reutemann”. Sin eufemismos, los inundados identifican al ex gobernador de Santa Fe y actual senador nacional del PJ como el principal responsable de los nueve asesinatos policiales de diciembre de 2001 y de los 158 muertos que causó la inundación de 2003, 23 de los cuales fueron reconocidos por el Estado y 18 incorporados en una causa penal que lleva once años de trámite y un sinfín de trabas.
Una multitud de vecinos marchó ayer desde la Plaza del Soldado hacia la Plaza de Mayo, donde al anochecer se realizó el acto por los once años de la inundación evitable de abril de 2003. Hubo muchas alusiones a otro ex gobernador justicialista: Jorge Obeid, fallecido en enero de este año, responsable de inaugurar en su primer mandato, en agosto de 1997, la inconclusa defensa oeste por donde seis años más tarde ingresó el río Salado a Santa Fe y obligó a 130 mil vecinos a dejar sus hogares.
Un documento elaborado por la asamblea de inundados –formada por la Carpa Negra de la Dignidad, la Marcha de las Antorchas y una importante cantidad de organizaciones sociales, políticas y de derechos humanos– señala que las principales demandas son cárcel para los inundadores y destitución de la Corte Suprema de Justicia de la provincia, cuyos integrantes –todavía bajo la presidencia de Rafael Gutiérrez, primo político del Lole, designado bajo su primer mandato– “siguen intactos” en sus cargos.
Ante una multitud de todos los barrios, los inundados reiteraron sus reclamos. Foto: Lucas Castro

“Es una Justicia enceguecida por la impunidad política”, sostienen en el documento. De Reutemann, recordaron que “amparado por sus fueros” de senador nacional es el único de los responsables que no declaró en Tribunales ya que lo hizo por escrito. El Lole también había declarado por escrito en la primera etapa de la causa. En cambio Obeid, el ex ministro de Hacienda Juan Carlos Mercier y otros ex funcionarios –que nunca estuvieron imputados– sí lo hicieron, en calidad de testigos, en la primera etapa de las indagatorias y, por segunda vez, el año pasado.
La reanudación de la etapa de pruebas fue entre junio y agosto de 2013, a una década de iniciada la causa, y pasaron el despacho del juez a cargo en ese momento –Gustavo Urdiales– una treintena de testigos, entre ex funcionarios y especialistas. “Tuvieron que pasar más de 10 años para que acepten las pruebas que (el ex juez Jorge) Patrizi rechazó” en 2006, cuando elevó la causa a juicio sin indagar a Reutemann: un virtual sobreseimiento del ex gobernador, recluido en el Senado desde 2003.
Los inundados recordaron en el acto realizado en Plaza de Mayo, frente a la Casa de Gobierno y los Tribunales, que ya aportaron todas las pruebas y testimonios posibles y reclamaron celeridad a la Justicia. La causa –en la que están imputados el ex intendente Marcelo Álvarez, el ex ministro de Obras Públicas Edgardo Berli y el ex director de Obras Hidráulicas Ricardo Fratti– ahora quedó en manos del juez Cristian Fiz, quien rechazó la prescripción planteada por Álvarez el año pasado, aunque esa medida fue apelada por el propio Álvarez. “Hay 158 muertos, ¿qué más necesitan? Hagan justicia o váyanse a sus casas”, exigieron los inundados.

Metáforas


Hay una radio de cuyo nombre no quiero acordarme que se dedica a cuestiones literarias. Extrañamente, y no tanto, su eslogan repite lo siguiente: “La luz de la poesía enhebrándose con las palabras”. Estimo que esa definición, con pretensión poética, se corresponde con cierta visión, cada vez más difundida, según la cual la literatura tiene propiedades espirituales nutritivas. Leer hace bien, como caminar o tomar mucha agua. Pero no quiero extenderme en ese asunto ahora, sino ver más de cerca el aspecto cognitivo que despliega esa metáfora.
Esa luz (luz divina) es el privilegio que pueden alcanzar las palabras elegidas y ordenadas de manera correcta. De este modo, si un solo poema llegara a tener la dignidad de recibir y refractar la luz de la poesía, quizás no haría falta ningún otro, bastaría leer sólo ese, como se lee un texto sagrado. La poesía como una luz, anterior, sustantiva y trascendental, una luz que entra por la ventana y que no puedo dejar de imaginar como una luz de arco iris en “un mundo color de rosa”, es lo menos poético y más repugnante que se puede concebir.
Prefiero pensar la luz como una chispa que puede lograrse raspando las palabras como piedras. Es el lector quien puede chocar esas piedras que el autor dispuso. La luz de los hombres es el fuego y en casi todos los mitos fue robado a los dioses. Conocida es la imagen de Prometeo estaqueado viendo cómo los buitres le devoran el hígado que insiste eterna y perversamente en reconstituirse.
Otros buitres protagonizan un curioso mito guaraní. Eran ellos los únicos propietarios del fuego hasta que un dios y un sapo lo robaron para los hombres mediante un simulacro. El dios fingió estar muerto, cuando los buitres vinieron a cocinarlo robó una brasa y la arrojó al sapo, quien luego de dos (y no tres) intentos logró abarajarla y esconderla en el hueco de un árbol. Por eso el fuego está en la madera y se obtiene trabajándola. Leer es frotar esa madera, no hay luz sino oscuridad, mediante cierto trabajo, a veces, irrumpe una chispa que puede convertirse en fuego.

Publicada en Pausa #132, miércoles 23 de abril de 2014
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lunes, 28 de abril de 2014

Una cultura libre y viajera

De Mentes Libres, una movida solidaria enfocada en el software libre y la economía social, tuvo su paso por varias instituciones de Santa Fe para brindar talleres y charlas.

Por Marcela Perticarari

El colectivo De Mentes Libres está alejado de los paradigmas y conceptos obturados, y se define como un taller libre, nómade y colaborativo que tiene como objetivo compartir conocimientos e intercambiar experiencias en un viaje por varios puntos del país.
La primera edición del taller rodante tuvo lugar el 29 de marzo con visitas a pueblos y ciudades de las provincias de Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires. El periplo finalizará el 26 de abril en el Festival Latinoamericano de Instalación de Software Libre, en la Universidad de Quilmes. Compuesto por jóvenes profesionales reunidos en la Federación Argentina de Cooperativas de Trabajo de Tecnología, Innovación y Conocimiento (FACTTIC), los integrantes del grupo señalaron que conciben al proyecto como “una plataforma, una construcción colectiva, la realización de un sueño que nos va encontrando en el camino. El espíritu es compartir lo que hacemos, sabemos y nos gusta, que es la tecnología del software relacionada con el aprendizaje y la cultura libre y colaborativa”.
Los jóvenes se encontraron con robots, software y hardware libre; los organizadores también aprendieron de los aportes de los estudiantes.

En su paso por la ciudad de Santa Fe, durante la segunda semana de abril, los De Mentes Libres fueron recibidos por el Observatorio de Cultura Libre, las cooperativas de trabajo Colectivo Libre, Coprinf, Tramatierra, Imágica y el grupo precooperativo de animación Tembé. Juntos, realizaron actividades en la Escuela Media Nº 256 Juan Bautista Bustos, en la Escuela de la Nueva Cultura La Cecilia, en la Escuela Primaria de la Universidad Nacional del Litoral, en la Escuela Dra. Sara Faisal y en el Instituto Adventista Francisco Ramos Mejía. En suelo santafesino, también visitaron la radio comunitaria de Arroyo Leyes y escuelas de Coronda y Sunchales.
“Somos un grupo de amigos, trabajamos juntos y sentíamos que nuestros conocimientos relacionados a la tecnología abren posibilidades, entonces decidimos salir a compartirlos y para ello armamos una cooperativa a la que llamamos Banquito. Nos parecía interesante la idea de sumar y multiplicar, por eso planteamos un viaje para transmitir y escuchar ideas. Pero solos jamás podríamos haber hecho todo lo que hicimos hasta ahora: las cooperativas de cada lugar conocen el territorio y saben qué puertas tocar. Ese trabajo de articulación fue muy lindo y permitió reforzar los vínculos entre nosotros. Pasamos la primera prueba y ahora queda el desafío de tomar el guante y ver cómo seguimos construyendo: ésta sería la tercera onda expansiva de un proyecto que dejó de ser nuestro porque incumbe a mucha más gente”, expresó Claudio Bidau, quien viaja por el país junto a Rodrigo Monelos, Fernando Claverino, Agustín Longoni y Neto Licursi.

Customizar el interés
Los integrantes de De Mentes Libres adaptan sus propuestas al interés de cada comunidad. Algunos ejemplos son las actividades para acercar el mundo de la programación y la tecnología a los más chicos, como el robot humano, armado de robots con palitos de helado, motores y arduinos, y jugar con el N6, el cuadricóptero o “el Brian”. También desarrollan actividades para difundir la cultura libre y colaborativa como el juego del mercado, además ofrecen charlas y jornadas de instalación de software libre y movimiento de Responsabilidad Social Universitaria. También brindan talleres de metodologías ágiles, hackatones y otros sobre tecnologías de desarrollo de software.
“En medio de todas las propuestas nos tomamos un tiempo para escuchar y mirar mucho, para tratar de aprender y para encontrar nuevas maneras de aportar que hoy no conocemos”, contaron durante una conferencia de prensa brindada tras una visita a la Escuela Bustos.
“La tecnología de hardware abierto permite adaptarla a las propias necesidades, son placas con un microcontrolador que tiene entradas y salidas para colocar sensores y actuadores. Esta actividad que hicimos en las escuelas fue muy exitosa por la dinámica: entregamos una caja con elementos, dejamos fotos para que los alumnos aprendan a armar los circuitos y el programa de hardware libre para cargar en la computadora. Allí nuestra intervención fue mínima porque les mostramos un desafío para cumplir, vimos que los chicos se apropiaron y avanzaron mucho más de lo que teníamos pensado. Nos sorprendemos porque los niños y adolescentes son rápidos e inteligentes pero en realidad se subestima su inteligencia: ellos saben un montón de cosas, sólo que ahora están viendo formas diferentes de usar el conocimiento y juntarse para trabajar, para que esos conocimientos sirvan para emprender y hacer una economía diferente. Eso es lo valioso y la experiencia fue magnífica”, comentó Agustín Longoni.
Y agregó: “Nuestro proyecto tiene un carácter abierto, que da pie para aplicar desde el concepto de cultura libre con el objetivo de compartir el conocimiento. No dudamos en aceptar esta invitación a jugar, queremos compartirlo, liberarlo y eso tiene muchas implicancias desde lo que sentimos cuando lo comenzamos y lo apropian otras personas. Si nosotros, que somos los más cercanos a estos conceptos, no pasamos por este proceso es difícil difundirlos realmente, y esto se relaciona con la manera en que planteamos las actividades con los chicos. No hacemos capacitaciones, más que nada esto es un espacio para compartir, jugar, aprender. Y también somos partícipes de ese aprendizaje: no transmitimos conocimientos cerrados sino que mostramos posibilidades y las trabajamos juntos”.
Por su parte, Neto Licursi dijo que “generalmente circula una división tajante entre tecnología y cultura: se piensa que los ingenieros no tienen nada que ver con la cultura, que la cultura tiene que ver con la producción de símbolos literarios y que esas dos formas se procesan fuertemente separadas. Pero la cultura libre rompe esa dicotomía instalándose en un lugar interesante. Las tecnologías incorporan valores, están pensadas porque hay ciertas formas de vida que se quieren impulsar y los artefactos lo hacen posible”.
Parte de las discusiones internas de los De Mentes Libres se basan en tecnologías como Twitter o Facebook, que “nos limitan porque, por ejemplo, la cantidad de caracteres está predeterminada, entonces los intercambios de ideas terminan siendo esloganistas y así se achata la complejidad de los problemas. Las empresas producen tecnología y los usuarios no tenemos el control sobre las mismas, de esta manera no son tecnologías liberadoras. Y creemos que no hay una sola sentencia para resolver los problemas”.
“Cuando les damos las herramientas y la libertad, los chicos pueden crear muchas cosas y eso es particularmente importante en un momento donde se considera como opción válida matar a otra persona. Visibilizar estas experiencias es muy importante y nos deja claro el camino hacia donde seguir”, finalizó Rodrigo Monelos.

En Santa Fe
Coprinf dio sus primeros pasos en 2011, bajo la iniciativa de un grupo de profesionales en informática que no veía satisfechas sus necesidades económicas, culturales y sociales. El abogado Carlos Yosef, especialista en cooperativismo, asesoró y formó al colectivo para armar su propia cooperativa, que ya cuenta con 40 socios, matrícula nacional y provincial, y está federada a FACTTIC. Una oferta de servicios y una cartera de clientes completan la propuesta. 
El presidente de Coprinf, Ing. Carlos Mansur, contó a Pausa que “los profesionales en relación de dependencia no cuentan con una exposición social del trabajo, tampoco existe una relación con profesionales de otras áreas, por ello desde Coprinf buscamos un cruce interdisciplinario porque teníamos la necesidad de relacionarnos con los diferentes actores de la sociedad”. Mansur aseguró que “lamentablemente no hay divulgación del cooperativismo”. Por ello, desde la entidad organizaron distintos eventos bajo el lema “empresa cooperativa para emprendedores universitarios” e impulsaron la formación de dos cooperativas de abogados y contadores santafesinos. “Queremos fortalecer nuestro propio espacio cooperativista en Santa Fe”, afirmó Mansur.

Publicada en Pausa #132, miércoles 23 de abril de 2014
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La memoria del agua

Por Fernando Callero (*)

Hay un papelito dando vueltas por la casa. Viene discreta pero insistentemente apareciendo todos estos días en ciertos cajones, marcando páginas de libros, aleteando entre otros memos en un pincho junto al monitor, resistiendo con energía suplicante ya varios arrebatos de limpieza.

Esta mañana inesperadamente gris de fines de noviembre, mientras él se prepara para bajar a la playa a dar un paseo, el papelito vuelve a aparecer, asomando una oreja desde un bolsillo trasero del jean. El gesto de pescarlo haciendo pinza con dos dedos le recuerda esas cotorritas que pican tarjetas de la suerte en las películas, sólo que para él no habrá profecía, ni noticia, ni advertencia de peligro, sino una fecha mal trazada a tinta, con el reclamo de una tarea de paseo, colección y escritura que se había propuesto en relación con ella.

“24 de octubre. Cómo inaugurar el río”. Esto decía el dichoso papelito.

Desde ese pasado cercano, apenas un mes, (pero también ya como desde otro planeta, ahora que volvieron las lluvias y las rachas de viento frío), la anotación le trae a la memoria aquella mañana de octubre en que un calor precipitado y extraño lo había sacado de la cama temprano, apenas pasadas las ocho. En esa ocasión, mientras desayunaba mates dulces con limón y las voces de la radio sonaban con la estridencia particular de las emisoras en verano, la idea de cómo inaugurar el río tan temprano esta temporada le había comenzado a rondar, y fue entonces que la anotó junto con la fecha para no olvidar escribir algo sobre el tema en su blog. Pero como las plumas sólo pueden refrescar puestas en un abanico, se puso una malla debajo del short, las antiparras al cuello y bajó al río.

Yendo por la cortada Mateo Booz ya se vislumbraba, sobre el remate transversal del terraplén, toda la eclosión de los vegetales florecidos: el coral de los “Clarines de guerra” (esa bignonia de flores rojas de diseño atrompetado), las crines amarillas de la Cinacina, en relevo de los botones afelpados, ya caídos, de un amarillo más oscuro, del aromito, y el romántico corazón sangrante de Anahí (“Cuando ella cantaba, hasta el río rumoroso parecía callar para escucharla”), la indiecita quemada, patente en los rojos pajaritos del ceibo, y la banda sonora de los otros cientos de pájaros vivos, apeándose en las ramas invisibles. ¡Había ya tanta luz arriba!

Espumante y de lecho barroso, con campanillas rasantes de luz estrellando sus reflujos, el río marchaba. Se sacó la ropa y tentó con un pie la borra flamante del agua en un punto bajo de la orilla. Continuó caminando a la vera unos metros para alcanzar la barranca. Antes del club “El julepe”, detrás de la Municipalidad, está la zona más confiable para nadar. Los pescadores no tienden allí sus mallas antirreglamentarias ni sus capciosos espineles. Entrando en clavado, superando las rayas enterradas en el barro de la orilla, escuchó bajo el agua el zumbido de una lancha que se perdía, y enseguida ese zumbido o frecuencia que, nunca sabría decir si más grave o más aguda, provoca el agua al abrirse y precipitar su torrente en torno de la isla en forma de cuerno, a escasos pocos metros más arriba, a la altura misma de la playa municipal. Ese sonido de signo ambiguo ingresó por el tímpano absoluto de los huesos.

El agua, su esencia balsámica y compleja, basada en una aleación de discretas proporciones de elementos llevados a un punto, como la cocción artificial de los perfumes, le hizo recordar cómo este río, a merced del mismo pulso de correr y caer, alentara en 2003 el colapso del 29 de abril, día del animal y cumpleaños de su amigo Mariano. ¿Cómo era posible? Y entre todas esas reminiscencias, una en particular, cómo se colgó de una “L Bis” aquella tardecita temblorosa de abril, de oscuras y extrañas resonancias, como suele darse en los casos en que primero cunde la alarma y mucho más tarde la información.

La inundación: un género revenido una vez más en real desde la inmunidad de los símbolos literarios.

Colgarse de un cole salido de ruta para cruzar el puente carretero desde Santo Tomé a Santa Fe, con el regalo y la ignorancia del sentido de la marcha de vecinos cortando el tránsito. Colgado, además, apenas, de la inercia de la providencia. Hasta que se bajó en una esquina de 4 de enero y empezó a caminar hacia el oeste, la avenida Freyre, se entiende, a la altura de 1ra Junta, que era una boca de lobo, y al llegar a la avenida diz que vio la mar, pero no se atrevió a tentar el agua aquella vez, porque a la noche y sobre una avenida del centro a nadie le causa ni gracia ni confianza un río, que una vez entrado en la ciudad, más que río es un abismo, y cuánto más cuando nos corta el paso del camino hasta la casa de un amigo.

Con el regalo se hacía pantalla, apoyado en el caño de un cartel, viendo cómo la oscuridad vencía de a poco su resistencia y evolucionaba hacia claridades sobre las que, en negativo, comenzaron a destacarse manchones más oscuros, que al cabo fueron siluetas de barqueros trashumantes sobre lo que en teoría debía de ser el paseo de lapachos que divide los carriles de la avenida, hasta que le habló el hombre aquel: un heladero judío de renombre en Santa Fe, quien lo acompañó solidariamente hasta el local de su heladería, iluminado con un equipo autónomo, y le ofreció el teléfono para llamar al amigo. Esa llamada perdida debe haber sonado bajo el agua, a unas cuatro o cinco cuadras, metiéndose en el barrio Roma.

Pero lo cierto es que al otro día, precisamente el 30 de abril de 2003, y ya de regreso en Santo Tomé, salió a la avenida Luján, por donde se empinaba un viento sur frío y arrebatado, y casi que todo contra un solo pobre tipo que llevaba un colchón enrollado en bicicleta.

“Lleven abrigo y cualquier comida para la parroquia de la curva”, gritó el hombre antes de perderse como una nave fantasma contra la ráfaga.

Y él, que no tenía siquiera una radio para informarse y había pasado literalmente en vela casi toda la noche en su departamento, tratando de matar ese tiempo suspendido concentrándose en estudiar, ahora buscaba, muy fresco, bajo la pertinaz llovizna, un quiosco para comprar puchos, como si nada, y de repente se enteraba, o, lo que quizás venga a ser una expresión más oportuna y feliz, caía en la cuenta. Porque no creo que se haya tratado de otra cosa entonces que de caer.

Ahora camina por la costa desierta, entre estos vientos cruzados y prepotentes, de rachas frías, entreveradas con otras más calientes en un alarde físico de heterotermia. El Salado, patinado de bronce y barro, como el lomo sobado de un percherón, rola sus camalotes cuesta abajo igual que esa mañana despistada de finales de octubre, sólo que la atmósfera hoy es una campana gris de gas metalizado que el verano no ha de tardar en hacer explotar.


(*) Publicada en Rosario/12, miércoles 28 de febrero de 2007. El autor es escritor y habitual colaborador de Pausa.

sábado, 26 de abril de 2014

La pericia que duerme en Tribunales

La Causa Inundación 2003 sigue detenida en la Justicia, a pesar de que los peritos son taxativos sobre las responsabilidades políticas.

Por Juan Pascual

La única pericia oficial sobre el ingreso del río Salado a nuestra ciudad, durante la creciente de 2003, fue realizada por los ingenieros Jorge Daniel Bacchiega, Juan Carlos Bertoni y Jorge Adolfo Maza, sorteados para tal fin por quien fuera Juez de Instrucción de la causa, Diego de la Torre, el 29 de setiembre de 2004. Su objetivo fue “contestar a 17 preguntas formuladas por el Sr. Juez, 4 formuladas por el Sr. Fiscal y 5 por el Actor Civil”. Para ello, los peritos elaboraron un resumen ejecutivo de 30 páginas, quince anexos que recopilan todos los datos duros sobre el hecho y tres agregados para evacuar las inquietudes de los tres actores jurídicos mencionados.
A once años de la inundación, todavía hay quienes justifican la ruinosa acción del gobierno municipal y provincial –cuyas cabezas eran Marcelo Álvarez y Carlos Reutemann– en el carácter extraordinario del evento (cuya recurrencia, es cierto, es estimada en la pericia en lapsos de 800 años). Sin embargo, sobran los argumentos para señalar la responsabilidad de los funcionarios en el estudio que le da sustento jurídico y técnico a la causa, en la que sólo están imputados el ex intendente, el ex ministro de Obras Públicas Edgardo Berli y el ex director de Obras Hidráulicas Ricardo Fratti, mientras que los ex gobernadores Reutemann y Jorge Obeid ni siquiera fueron procesados. Aquí volveremos a resumir algunos de los resultados del informe.

La infraestructura
Dentro de las “causas básicas” del ingreso del agua a Santa Fe, los peritos identifican: 
-“La inexistencia de un cierre integral de la región Oeste-Norte que permitiera cerrar el anillo de defensa con una cota tal que brindara un nivel de protección homogéneo a todos los sectores de la ciudad;
-la errónea concepción del proyecto de terminación del tramo II y la previsión de una medida de cierre de emergencia de difícil ejecución una vez configurada esta última;
-la existencia del terraplén de la autopista Rosario-Santa Fe con una luz libre insuficiente para situaciones de crecidas”.
Vale decir: la Circunvalación Oeste, que también debía fungir como defensa frente a las crecientes del Salado, no servía para nada. Al contrario, funcionó como una trampa, ya que embalsó el agua y provocó que hubiera mayor altura del río dentro de la ciudad que afuera. Esta obra –proyectada y licitada durante el primer gobierno de Reutemann, inaugurada durante el primer gobierno de Obeid– debía comprender tres tramos, sólo se hicieron dos. El Tramo II culminaba a la altura de la calle Gorostiaga, cerca del Hipódromo, en una pared vertical. Durante 1998, en una creciente del Salado de menor magnitud, se hizo un cierre provisorio con bolsas de arena: tal es el principal antecedente de la peligrosa inutilidad de la defensa.
En 2003 un tercio de la ciudad quedó bajo agua. Alrededor de 130 mil personas se vieron afectadas en forma directa. Tras once años la Justicia todavía no encontró culpables.

La pericia es lapidaria: “en caso de haberse culminado con el cierre de la defensa, no se hubiera producido el ingreso de las aguas de la forma abrupta e incontrolada como efectivamente ocurrió”.
En referencia a la autopista a Rosario, su puente tenía una luz de 155 metros para que pase todo el río “en un ancho del valle de inundación superior a 1.000 metros La presencia de su terraplén produjo sobreelevaciones en el nivel aguas arriba del orden de 0,70 a 0,80 metros”. Esa mayor altura elevó, a su vez, el nivel del agua que ingresaba cientos de metros más arriba, por Gorostiaga.
Pocas veces recordado, otro punto que reseñan los peritos son los canales rurales que desembocan en el arroyo Cululú, que vierte sus aguas en el Salado. A través de dichos canales, “se observaron aumentos de la magnitud de los caudales del orden del 30 % y reducciones del orden de 12 horas en el tiempo de llegada. La importancia de este último aspecto radica en la disminución del lapso disponible para la adopción de medidas emergenciales”.

Tres días
Más allá de las obras mal planeadas y peor ejecutadas, dentro de las “causas básicas” de la tragedia, los peritos también identifican:
-“La inexistencia de un sistema de alerta debidamente organizado y la falta de un Plan de Contingencia que hubiera asignado roles y medidas adecuadas a tomar una vez que el agua ingresó a la ciudad;
-los retrasos con los que se tomaron las medidas de emergencia preventivas y no estructurales durante el evento, vinculadas principalmente a la falta de planificación que dio lugar a una fuerte desorganización en el accionar de las autoridades”.
Estas consideraciones recaen fundamentalmente sobre el Comité de Emergencia Hídrica, que llevaba funcionado dos años y en el que revistaban varios funcionarios de primera plana del Ejecutivo local y provincial –Berli, Fratti y Álvarez entre ellos– como la secretaria de Promoción Comunitaria Adriana Cavuto, el secretario General y Técnico de la Gobernación Ricardo Spinozzi, el subsecretario de Municipios y Comunas Claudio Tibaldo y el administrador de Vialidad José D’ambrosio, por nombrar algunos.
Sobre el accionar del Comité, los peritos evalúan que “no estuvo signado por metodologías y orden, sino que muy por el contrario fue desordenado y falto de liderazgo en su coordinación. Varios de sus miembros desconocían sus roles” y también, prácticamente, ironizan al enumerar que realizaron “evacuaciones que no evitaron víctimas fatales; el cierre de la defensa con bolsas de arena y material pétreo cuando ya estaba entrando el agua por calle Gorostiaga; la rotura del terraplén de defensa en la zona suroeste de la ciudad cuando ya el agua había alcanzado la altura de 3 metros dentro de la ciudad”.
Pero quizá la afirmación más contundente es la que establece que el Comité contaba con un “pronóstico de la crecida, que hubiera permitido el accionar con 3 días de anticipación como mínimo”, fuera de que también reseñan que “Durante los meses de octubre de 2002 a marzo de 2003 se produjeron importantes precipitaciones en la cuenca del Salado santafesino. Estas precipitaciones, ampliamente documentadas en varias publicaciones, fueron muy superiores a la media de los registros y produjeron un aumento significativo del contenido de humedad en el suelo”.
Más allá de las advertencias públicas, los peritos consideran que la penetración de la crecida en la ciudad, el 27 de abril, “resulta un elemento de aviso importante como para encarar medidas preventivas de evacuación”, que no se hicieron. Incluso, “el día 28 se contaba con elementos suficientes como para disponer la evacuación masiva de la población ubicada al sur de la autopista, además de aquella que ya se encontraba anegada al norte de la misma”.
Como se recordará, en la mañana del 29 de abril el entonces intendente Marcelo Álvarez les avisaba a todos los vecinos de los barrios del suroeste que no corrían peligro, a través de una entrevista en vivo por LT10. Quizá confiaba –así lo declaró en sede judicial– en “la existencia de acciones en la zona de cruce de la autopista Santa Fe-Rosario, mediante las cuales se intentaba detener el agua con el cierre de alcantarillas de paso”. El torpe intento falló, el agua escurría por muchos más lugares que las alcantarillas, “no encontrándose evidencias de que dicho accionar estuviera respaldado por una evaluación técnica de los volúmenes que efectivamente ingresaban a la ciudad”.
Mientras tanto, el 29 por la mañana el Comité de Emergencia recibía de mano de los técnicos de Obras Hidráulicas una previsión exacta de hasta adónde llegaría el agua. Aún así, se movilizó a la ciudadanía para ir a defender el Hospital de Niños, si bien ya se sabía que era necesario un terraplén consolidado de dos metros de altura para salvarlo.
Lógicamente, a esa altura de los hechos una evacuación organizada era imposible. Otra vez con un estilo que roza el sarcasmo, los peritos afirman que las acciones del Comité fueron correctas, excepto que “se observa una demora de al menos un día en la oportunidad de ejecución de las mismas”.
Estas demoras fueron decisivas, sobre todo en lo que refiere a las voladuras en el terraplén para que escurra el río: había una diferencia de dos metros de altura entre el agua embalsada adentro de la ciudad y fuera de la letal Circunvalación. Por ello el Salado corrió de sur a norte entre la noche del 29 y la mañana del 30, llegando a la zona del puerto después de arrasar el Centenario. Como señalan los peritos, el mismo 29 “Según declaraciones que figuran en el Expediente Nº 1341/2003, existió la intencionalidad primaria de efectuar cortes en los terraplenes de defensa y en el terraplén de aproximación al puente de la Autopista”. De haberse realizado esas voladuras, el río no habría llegado al sur de la ciudad.

Fue la naturaleza
“Fue un terremoto”, “fue un aluvión”, “fue imprevisible”: las justificaciones ensayadas por los responsables de las 158 muertes que produjo la inundación –23 reconocidas oficialmente y apenas 18 incorporadas en la causa judicial– resultan insultantes frente a la solidez del informe técnico de Bacchiega, Bertoni y Maza. Es cierto que la creciente fue un fenómeno natural excepcional; la inundación de la ciudad, no obstante, fue causada por las obras que planearon y ejecutaron Reutemann y Obeid y por la desidia de los funcionarios que vieron venir el agua como si fueran simples espectadores.
La causa sigue su curso y todavía se espera sentencia, mientras los acusados interponen una y otra vez recursos para dilatar el fallo. Mientras la justicia se demora y se agiganta la impunidad, el ejercicio de la memoria se vuelve imprescindible.

Nueva dilación en la Justicia
Marcelo Álvarez apeló la última decisión del juez Cristian Fiz –quien había rechazado su pedido de prescripción– y volvió a empantanar la causa que investiga las responsabilidades políticas de la inundación de 2003. Fiz había resuelto el último 4 de abril no hacer lugar al planteo del ex intendente, para quien ya se superó el “plazo razonable” de la investigación. El juez giró el expediente a la Cámara de Apelaciones, que deberá sortear quiénes serán los magistrados que integren el tribunal que resolverá el nuevo planteo de Álvarez. Así, el avance de la causa penal vuelve a detenerse para dar lugar, otra vez, al debate sobre la prescripción: una treta de los imputados para ganar tiempo. De fondo, el debate es entre el derecho de los acusados a tener un proceso dentro de los llamados “plazos razonables” y el derecho de las víctimas de lograr justicia también en un “plazo razonable”.

Publicada en Pausa #132, miércoles 23 de abril de 2014
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El rastro de tu magia en mi mente

Por Licenciado Ramiro

La muerte reciente de Gabriel García Márquez (“Gabo” para el snob), tengo que ser sincero, no me entristeció demasiado. Será que las últimas noticias sobre su salud me fueron preparando para su naufragio. Como en el caso de Mandela.
De todos modos, el fallecimiento de Gabo (y nótese que la intimidad con el colombiano me permite llamarlo Gabo y sin entrecomilarlo) me puso frente a recuerdos muy hermosos de mis incipientes 20 años, cuando comenzaba a estudiar Comunicación. Ese momento significó mi entrada compulsiva a la literatura. En primer año de la carrera (aún no tenía Internet) me quedaba en el living de mi casa leyendo la vida solitaria y centenaria de los Buendía o, en otras palabras, la historia de Macondo. (Si soy rebuscado con las palabras y estoy escribiendo en difícil y complejo, nótese que dije hace unos renglones que estudié Comunicación). Noches enteras de mates, cigarrillos y el ronroneo de Toronja con sus ojos entrecerrados sobre la mesa (y muchas veces sobre el libro, claro) disfrutando de la magia impresa. Los dos, Toronja y yo. Y yo disfrutando de la compañía de Toronja también.
Los Doce cuentos peregrinos me hacen acordar al Taller de Redacción I. Taller que reprobé dos veces, por lo que, gracias a ello, me especialicé en Audio, y de ahí que escribo como escribo: al revés de lo que me enseñaron en la facultad. Escribo jugando, y juego escribiendo. Escribo como leo… y gracias a mi vieja, leo mucho desde chico. De todo. Cualquier secuencia de letras que llegue a mis manos, las leo; en cualquier formato. Sí, leo hasta las pólizas de seguro de los boletos de colectivo. Demasiada digresión. Volvamos al tema. Es decir, punto y aparte. Otro párrafo.
La muerte en sí de García Márquez no me conmovió demasiado, decía. Pero me puso a cuento (mediante la sucesión de recuerdos que ello despertó) de algo que sí me genera un poco de tristeza: sucede cada vez más seguido que muere alguien de la cultura que marcó mi adolescencia y/o juventud. También, parte ya del final de mi niñez. El que comenzó este proceso, creo, fue Adolfo Bioy Casares, seguido por el Negro Fontanarrosa. A Bioy lo conocí (no me juzguen, se los pido por favor, eran los 90) gracias a las entrevistas que periódicamente le hacía la revista Gente. Como aclaré, yo leo todo lo que está cerca y en mi casa mi mamá leía esta revista (debo hacer justicia: también me leía a los 10 años D’artagnán, Intervalo, Nippur gracias a ella). Esas entrevistas me hicieron interesar por la persona y en el año 96, cuando me fui a vivir a Rosario (para estudiar medicina), mi mamá, la primera semana de estadía allá, me trajo de la peatonal una campera impermeable roja y mi primer libro de mi ídolo literario: La invención de Morel. Todavía tengo y uso ambos regalos. También guardo el señalador que vino con el libro. Al Negro lo conocí en Gálvez, en la casa de mis tíos, gracias a las historietas apaisadas de Boogie, el aceitoso e Inodoro Pereyra. Luego, fortalecí mi vínculo con el rosarino gracias a las contratapas de la revista Viva. Y si me preguntan cómo ando, digo “Mal, pero acostumbrau”.
Pero no todos mis consumos culturales tienen que ver con la literatura. Para nada. Mucho cine desde muy chico, gracias a mi papá que me llevaba todos los sábados a la Sala Moreno (“Microcine” para los entendidos) y me clavaba dos películas al hilo… Y como con las letras impresas, con los films lo mismo: miraba lo que sea (con los años desarrollé el sentido de la selección, pero poco rigurosa). Laberinto, La historia sin fin, Leyenda, E.T., Los Goonies, la trilogía más grande la historia Volver al futuro (el día que mueran el Doc o Marty sí que va a ser jodido) y La Brigada Z (más conocidos como Los bañeros más locos del mundo) están al tope de mis gloriosos recuerdos cinematográficos. Hasta ahora no ha muerto ninguno de los protagonistas, pero el parkinson de Berugo Carámbula o el de Michael J. Fox son anuncios, como las noticias que llegaban desde Colombia y México hace unas pocas semanas.
Pero lo que más consumí durante aquellos años fue la televisión: programas humorísticos o magazines como Calabromas, Mesa de Noticias, Hiperhumor, Badía&Cía. Todos estos programas siguen hasta el día de hoy marcando mi vida e, incluso, mi modo de hablar o intentar hacer reír a las personas de mi entorno. “Tu ruta es mi ruta”; “Ojo con el Bobero”; “Borromeo, cuando te agarre te reviento” son frases de Juan Carlos Calabró, fallecido hace pocos meses. Aníbal, el number one, vive en mí con esas frases. “Se me ha ocurrido una genialidad para la maldad” e “Infeliz”, son maravillas del Gran Gianni Lunadei. El payador de Berugo y su cara de nada son imposibles de recordar sin una carcajada al vacío. Y de Badía, dos personajes. Uno, por suerte vivo, pero explotado y humillado por la repugnancia de Crónica TV: “Paolo, el rockero”. Y el otro, a quien le debo no solo miles de risas sino, además, un seudónimo: Esteban Mellino. O como va a ser eternamente conocido, mi colega, Diógenes Rubens “el Licenciado” Lambetain.
A ellos, y a Gabo también, les debo un “les pertenezco”.

Publicada en Pausa #132, miércoles 23 de abril de 2014
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miércoles, 23 de abril de 2014

Fútbol: una forma de leer la vida

Sobre la colección de cuentos Cortitos y al pie.

El fútbol, una de las formas de la vida, atraviesa e interpela emotivamente a cualquier argentino standard, ya sea desde la experiencia del juego, de la tribuna, de un afecto. Múltiples valores, vivencias y hábitos son satélites de esta práctica que opera como móvil de cuestiones más significativas y que hacen no sólo al ser individual, sino también al ser social: el respeto y el trabajo en grupo, el compañerismo, la solidaridad. También promueve cuestiones menos abstractas y más palpables como el alejamiento de la vida ociosa y de las drogas, el compromiso por un objetivo colectivo, la posibilidad de encontrar un amigo que no se hubiera conseguido en un ámbito menos saludables.
“Cortitos y al pie”, el proyecto presentado por el Concejode la ciudad la semana pasada, ya está en marcha con algunas de estas consideraciones como fundamento de acción. Inscripto en el marco del Programa de Convivencia y Participación, esta iniciativa se acerca a las aulas con el propósito de fortalecer nociones que colaboren tanto a la armonía ciudadana como a la relevancia de hábitos intelectuales como la lectura y la escritura: “Leer nos da la posibilidad de escribir y escribir nos da la posibilidad de dialogar”, remarcó Leonardo Simoniello, presidente del deliberativo municipal y promotor principal de la iniciativa.
Aunque valerse de prejuicios es contraindicado, resulta una certeza (parcial, claro) lamentable el dejo de la práctica de sentarse a gozar de un texto en lo que respecta a las generaciones de jóvenes próximos a ese abismo de dudas que resulta la finalización del período de enseñanza media; a partir de ello, y habiéndolo constatado en la primera serie de actividades, es que se trabajó tanto en las intenciones de los estudiantes en lo que refiere al aprovechamiento de la vasta oferta terciaria y universitaria de la ciudad, como en lo trascendente que es para ese transitar el encontrarse en ritmo para afrontar instancias intensivas de estudio. No obstante, la mecánica de trabajo busca eludir el pecado de la unidireccionalidad, puesto que los encuentros constan también de etapas de diálogo en los que se pretenden motivar en los alumnos secundarios la reflexión y en consecuencia, la formación de una postura crítica de su contexto así como de su individualidad. El encuentro es el capítulo más enriquecedor de esta historia, en la que los pibes de distintos barrios que conviven todos los días en el aula acceden a un momento de diálogo en el que intercambian y comparan sus cotidianeidades, se familiarizan al caer en la cuenta de que sus vidas no son tan disímiles, que tienen los mismos problemas y urgencias.
El periodista Ángel “Chavo” Cappeletti participó de la presentación ante alumnos de la Dante Alighieri.

Además, valiéndose de la adrenalina generada por el Mundial de Brasil y la efervescencia futbolera santafesina, se revalidan también los escritos de algunos autores locales, como Ángel Cappeletti o Claudio Cherep, y de algunos universales, como Eduardo Galeano.
Entrometerse en un texto es incurrir en la posibilidad de reforzar la propia palabra, de desarrollarse como sujeto capaz de clarificar el acontecer reflexivo, la capacidad de expresarse. Los alcances de la literatura permiten asimismo que sea empleada como excusa incluso a los efectos perseguidos por el Concejo, que abarcan estas cuestiones y otras más generales como la de mostrar al organismo como un actor social que no se limita a su labor de mínima, formal, sino que también apuesta a la inclusión y a la participación joven.
Precisamente, ésta es una de las estrategias empleadas por el equipo técnico del Concejo, que afirma que “tanto en esta actividad, como en la muestra de Ana Frank o la experiencia del Concejo Joven, se apuesta a que la coordinación esté a cargo de personas generacionalmente cercanas a los chicos; así, efectuando una interacción instructiva entre pares es que los públicos de estudiantes tienen más a mano la posibilidad de dimensionar sus propias capacidades, que no son tan acotadas como muchas veces manifiestan creer”.
Otro recurso apelado es el del acercamiento de figuras reconocidas por los jóvenes que se acercan hasta ellos y potencian el fundamento de la propuesta. Ricardo Porta y Juan Carlos Oldani, como periodistas, y la posibilidad de ver a algunos jugadores tanto de Colón como de Unión leyendo algunos relatos son acontecimientos que indudablemente conmoverán de alguna manera en el transcurso de esta tarea que también aporta a la construcción de la identidad. Los jugadores de divisiones inferiores del fútbol santafesino entero, más periodistas, más escuelas son la inevitable ambición del proyecto que busca ser generador de inquietud y reflexión que también debe (según lo convenido con las casas de estudio) ser aplicado por otro actor muy importante: los docentes mismos. El material de trabajo fue facilitado por el equipo técnico del Concejo para que en el día a día de las aulas se aborden estas cuestiones que tienen que ver más con la gimnasia pensativa y no tanto con el insumo de contenidos. El 27 de mayo se clausurará esta primera experiencia, en lo que será una convocatoria abierta con locación a confirmar y del que participarán el reconocido escritor Eduardo Sacheri, el experimentado relator Walter Saavedra y Ricardo Centurión, íntimo amigo de Roberto Fontanarrosa e integrante de la célebre Mesa de los Galanes del bar El Cairo de Rosario.

Publicada en Pausa #132, miércoles 23 de abril de 2014
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No quiero tu piropo, quiero tu respeto

Una campaña para concientizar sobre los “piropos”: una forma de violencia hacia la mujer.

Por Ileana Manucci

No, no es un “piropo”. No, no me halaga ni ayuda a mejorar mi autoestima.
Según la ONG Stop Street Harassment, el 90% de las jóvenes de 19 años ya sufrieron acoso callejero y una de cada cuatro niñas de 12 años ya ha vivido un episodio de acoso en la vía pública. No importa si la frase es “Sonreí, sos muy linda para estar tan seria”, que a más de uno podría parecerle inocente, o la incalificable “Te rompería el orto hasta que sangres”, todas son formas de acoso, son palabras y acciones no deseadas de parte de desconocidos, en lugares públicos, que están motivadas por el género, que invaden el espacio personal y son irrespetuosas e insultantes para las mujeres.
Durante la Semana Internacional del Acoso Callejero, la organización “Acción Respeto” empapeló varias ciudades del país con carteles que reproducían frases agresivas contra la mujer bajo el eslogan: “Si te incomoda leerlo, imaginate escucharlo”. Una campaña que además se viralizó en las redes sociales, dándole mayor repercusión y fuerza.
Social y culturalmente el piropo está aceptado como una forma de galantería y caballerosidad, o al menos esto es lo que esgrimen gran cantidad de hombres cuando se los acusa de acosadores. Micaela di Leonardo, autora del libro La Economía Política del Acoso Callejero explica que “a través de miradas, palabras o gestos, el hombre afirma su derecho a entrometerse en la atención de la mujer, definiéndola como un objeto sexual y obligándola a interactuar con él”.
“Desde edades tempranas todas las mujeres son objeto de este tipo de comentarios agresivos e intimidantes, prácticamente todos los días de su vida. Esa es la realidad de muchísimas mujeres en su vida diaria”, dice Acción Respeto en su perfil de Facebook. Las personas, muchos hombres pero también muchas mujeres, que ven esta campaña como exagerada y acusan a quienes la llevan adelante de histéricas, locas, feas, sólo revelan con esa actitud lo naturalizada que se encuentra esta forma de violencia.
“La capucha y los auriculares son su escudo de cada día”, dice un afiche que llama la atención sobre cómo el acoso callejero condiciona la manera de vestir de mujeres y niñas; mientras otro muestra cómo este mismo tipo de agresiones las obliga a cambiar su recorrido o temer circular solas por las calles.
El terror a ser violadas es una sensación que sólo las mujeres sentimos y que la mayoría de los hombres jamás podrá entender, aunque muchos lo intenten. Ese temor es cada día palpable en las calles cuando, sin importar la edad, la forma de vestir o si estemos peinadas o despeinadas, jadeantes “señores”, acosadores, descargan sobre nosotras sus más íntimos y repulsivos deseos que lejos, muy lejos, están de halagarnos o hacernos sentir lindas y deseadas.

Publicada en Pausa #132, miércoles 23 de abril de 2014
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martes, 22 de abril de 2014

Pausa #131, completo en pdf

El archivo completo en pdf de Pausa #131, si hacés click acá.

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domingo, 20 de abril de 2014

Abuela Zakíe

Otro yo mismo, por Mari Hechim

A los 16 años, me tocaba ir a dormir a la casa de la abuela Yaka de vez en cuando. Ella estaba sola y nos turnábamos, las hermanas, para acompañarla. No recuerdo que fuera todas las noches o si fue un tiempo, hasta que una tía y su familia se fueron a vivir con ella.
Era una tarea que yo cumplía con cierta felicidad. Ella era la abuela que, viuda, a los 30 años y con tres hijos, se cruzó el océano viajando en tercera desde el lejanísimo Líbano hasta acá. Mi viejo, el menor de los tres, contaba que los chicos bailaban en el barco para conseguir unas monedas.
Había enviudado de un señor Hechim que viajó por negocios a África y nunca volvió. Yo contaba alegremente en la escuela primaria que a mi abuelo se lo había comido un león. Pero parece que sólo había muerto de una insolación, según la leyenda familiar.
Ya en la Argentina, se las arreglaron. Todos trabajaban, hasta los más pequeños, y fueron haciendo sus vidas.


Mi abuela Yaka se volvió a casar con don José, que fue el abuelo que tuve. Como mi hermano nació cuando yo tenía un poco más de dos años, me mandaban siempre a la casa de los abuelos, que vivían allí a la vuelta. Así que me crié en dos casas. En la casa de ellos había un jardín, en la entrada. Sobre la puerta crecía una enredadera que daba rosas blancas en primavera. Había cascadas que daban flores rosadas, jazmincitos, y, entre las plantas y algunos yuyos, goteaba una canilla que formaba un sendero de agua que yo miraba correr con mucha atención. Y bajo la ventana del dormitorio, había un banco tipo de plaza, pero con azulejos de colores, en donde me gustaba sentarme percibiendo, en silencio, la multitud de olores, colores y sonidos que surgían del jardín.
Los abuelos me amaban. Me decían “Fatum Boro”, no sé si así se escribe: así sonaba. ¿Quién era Fatum Boro? “La mujer más hermosa del Líbano”, decían. “Aquí llegó Fatum Boro”, decía la abuela mientras buscaba en el mueble una copita para tomar anís.
La recuerdo ahora mirando, absorta, una novela en la televisión, toda entregada. Y recuerdo una danza increíble cuando yo llegué de Mendoza, que se bailó desde la puerta de entrada de mi casa hasta la cocina, canturreando, balanceando sus enormes caderas a los 80 años.
Ella no sabía que yo había estado en la cárcel; le habían dicho que estaba estudiando en Mendoza. Siempre mandaba unas líneas para ella cuando le escribía a mis viejos, cuando todavía se podía mandar cartas y ella, analfabeta en árabe y en castellano, iba a casa de los vecinos pidiendo que le vuelvan a leer los saludos y abrazos que yo le enviaba.
Pues, cuando iba a dormir a su casa, me encantaba que me contara historias de cuando ella era joven. Que el nombre de su madre era Shmune, de cómo le vino la menstruación estando sola en el campo y el susto que se pegó. Si le dolía un poco la cabeza, se ponía un trapo mojado sobre la frente y cerraba los ojos, acostada a mi lado, y contaba cosas hasta que terminaba farfullando en árabe y se dormía.
Esa noche yo le pregunté si se había casado enamorada de don José. Ella levantó una punta del paño que tenía en la frente, me miró un ratito y dijo:
—¿Enamorada? —pensé: ¿no entiende la expresión?
Y siguió:
—Entre lavarle los calzoncillos sin estar casada, y lavárselos estando casada...

Publicada en Pausa #131, miércoles 9 de abril de 2014
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Desesperados por la violencia

Quienes trabajan en los centros de salud de los barrios más pobres advierten que el Estado los deja abandonados a su suerte: falta de recursos y desamparo frente al delito.


Personal insuficiente y trabajando bajo amenaza, recursos que no alcanzan, ambulancias que demoran una hora y media o no entran si no están escoltadas por un patrullero: el panorama de la atención primaria de la salud en muchos barrios de la ciudad es desolador. Trabajadores de los centros de salud de Santa Rosa de Lima, Mendoza Oeste, Chalet, Varadero Sarsotti, Alto Verde, del Hospital Cullen y Emaus, junto a representantes gremiales y de varias organizaciones se vienen reuniendo para encontrarle una vuelta de tuerca a un reclamo urgente: que la violencia deje de ser la diaria moneda de cambio.
“Estamos preocupados por la seguridad. Surgió un reclamo que tiene que ver con visibilizar todo lo que está pasando en los barrios, que no sólo afecta a los trabajadores sino también a la comunidad. Una de las ideas es poner una fecha, que podría ser el 29 de abril, para cerrar durante un día los centros de salud y hacer una concentración masiva. No obstante, buscamos que el cierre de los centros de salud sea la última instancia. La fecha surgió para equiparar las dos catástrofes: la del 2003, que se llevó mucha gente por la desidia del gobierno y la de hoy en día, que es la violencia, y se está llevando a un montón de jóvenes”, afirmó una trabajadora social que prefirió no identificarse.
Hasta comienzos de abril, en Santa Fe fueron asesinadas 45 personas. Comparando los datos de los primeros trimestres de años anteriores, la cifra aumentó de manera brutal: en 2005 hubo 19 homicidios, en 2007 se registraron 28, en 2010 fueron 33 y en 2013 se contabilizaron 30 muertes violentas.
Los trabajadores la pasan realmente mal. Algunos pidieron traslados, cada tanto deben pedir permiso para cerrar las puertas de ingreso con llave, soportan discusiones que suben de tono y es común ver gente armada adentro de las instituciones. “No queremos quedarnos en la queja, sino ver qué pasa con la violencia en los barrios. No es que nosotros trabajamos seis horas y nos vamos, acá la realidad abarca a todos. A veces la gente no puede llegar a los centros de salud porque no están dadas las condiciones para transitar por las calles. A la violencia la vivimos todos día a día pero no se ve”, aseguraron.
A los encuentros fueron invitados miembros del Nodo de Salud y de los ministerios de Salud, Desarrollo Social y Seguridad pero aún no se han acercado, sólo apuntaron que el diagnóstico “es correcto” pero no así las estrategias que plantean. Los gremios también están al tanto de la situación. Representantes de SiPRuS que participaron de una reunión en el Centro de Salud de barrio Chalet entendieron que “la adhesión será total porque comprendemos lo que ocurre y tendremos que abrir la discusión a la comunidad”.
En coincidencia, un profesional del Cullen sentenció: “Lamentablemente hay que tomar alguna medida porque los gobiernos no se dan por enterados. Vemos una indiferencia tremenda hacia los barrios, los trabajadores lo notan cuando llueve y se inundan las calles, por ejemplo. Se está haciendo una política cultural para los bulevares que no llega a los barrios. El Ministerio de Seguridad es incapaz y no ejecuta, el de Salud es indiferente y dice que la solución parte de la comunidad, algo que compartimos, pero con eso no alcanza. Y Desarrollo Social es el peor ministerio de la provincia: no tiene presupuesto, explota a los trabajadores y se retiró de los barrios. Lo único que les duele son los paros, los cierres y los medios de comunicación. Hablan de participación comunitaria y no se hacen reuniones en los barrios. Acá tiene que participar toda la comunidad para que se den cuenta de lo que está pasando”.
Algunos centros de salud cuentan con botones de pánico, pero suelen ser de poca ayuda porque desde la central los llaman para confirmar el pedido de auxilio y es difícil establecer la comunicación cuando los empleados están en medio de una situación complicada.
La conclusión es contundente: “Las instituciones terminaron encerrándose entre rejas y cuidando la quintita propia. Entonces el afuera no es de nadie y es ahí donde surgen los problemas”.

Propuestas y recursos
Los miembros de de los centros de salud barriales junto a las organizaciones redactaron un documento (ver aparte), con propuestas de políticas para adolescentes. “Hace 10 años se reclamaban políticas públicas para los chicos que tenían cinco años. Hoy, esos niños son adolescentes y seguimos reclamando lo mismo. No pedimos más policías ni mano dura, estamos alejados de ese discurso: nosotros reclamamos políticas públicas para tener mejores condiciones de trabajo”, dijeron.
María Claudia Albornoz, trabajadora del Centro de Salud de barrio Chalet, comentó que “algunas personas no están de acuerdo con cerrar los centros pero no hay otra forma. Los centros de salud vienen trabajando como pueden, con todas las dificultades, pero aún así siguen abriendo. A veces no hay agua, a veces faltan insumos y hoy no tenemos leche. ¿Hasta cuándo? Me parece que hay que hacer un corte. Dentro de los equipos de salud podemos pensar distinto pero estamos para trabajar con la gente. Desde el Nodo de Salud no quieren que se derechice el reclamo, pero nosotros sostenemos que el planteo es otro, no se trata sólo de seguridad e inseguridad: estamos planteando convocar a otras instituciones barriales, sobre todo del norte de la ciudad, para visibilizar todos estos problemas. Más allá de estar o no de acuerdo con la medida de cerrar un día los centros de salud, hay muchísimo malestar en los equipos”.
Reclamos en seguridad, desarrollo social, infraestructura y cultura: los que ponen el cuerpo en las zonas excluidas ya no dan abasto. (Foto: Olivia Gutiérrez)

“Sabemos que se pueden hacer muchas cosas pero las políticas para los niños y jóvenes quedaron abandonadas. Creo que dejar que se maten es una manera de control social y eso es un horror. Desarrollo Social se retiró de los barrios, ya no hay ninguna política que apunte a que los pibes puedan tener alguna salida. Y habría alguna oportunidad pero las escuelas tampoco están fortalecidas, no tienen bancos. se dice que los van a incluir pero en realidad eso no ocurre. Tenemos propuestas pero al recurso lo tiene que poner el Estado, se tiene que trabajar con los adolescentes de otra manera, con campos deportivos por ejemplo, que son inexistentes en los barrios. Los narcos usan a los pibes como soldaditos que después son asesinados en las esquinas. A ciertos lugares del barrio ya no vamos a llevar las citaciones porque vemos las balas tiradas en el piso a cualquier hora. Todos saben quiénes son los que venden pero no podemos meternos nosotros, para eso está la policía. Están muy jugados”, dijo Albornoz.

Decisión cuestionada
Sobre la reciente designación de Francisco Sánchez Guerra como coordinador del Nodo Salud Región Santa Fe –ex director del Hospital Cullen–, los trabajadores cuestionaron la decisión, ya que su gestión en el nosocomio más grande de la provincia no arrojó los resultados esperados. “Ese nombramiento es deplorable, quedó como titular del nodo alguien que no presentó la memoria y balance en el hospital”, acotó María Claudia Albornoz.
Días pasados, Sánchez Guerra sostuvo que su desafío consiste “en tratar de mejorar la relación entre la base de la pirámide de la salud pública con los hospitales de complejidad. Hay que ser justo y también saber que cuando uno está superado en esto, se debe dar un paso al costado. Por pedido expreso del ministro Drisun, el objetivo es descentralizar la salud. Siempre se concurre al ministerio para buscar respuestas o soluciones y después trasladarlas a los efectores. En cambio, el pedido ahora es llegar a ellos, que el nodo sea reconocido como un espacio de discusión de problemas y búsqueda de soluciones”. Y declaró que en el ámbito de la salud pública “siempre hay que socorrer primero al más desvalido. Yo salgo de un efector que siempre estuvo puesto al tope de la pirámide. Ahora tenemos que lograr que ese tope se abra a toda la comunidad, de manera ordenada”.

El documento
Los integrantes de los equipos de atención primaria de la salud elaboraron un documento “frente a los graves y repetidos hechos de violencia que ocurren en los barrios donde trabajamos”, dado que se encuentran “sobre-expuestos en la búsqueda de respuestas ante situaciones que los exceden”, las cuales son “producto de la falta de oportunidades para amplios sectores de la sociedad, del aumento de la circulación de drogas y armas”.
“Necesitamos romper el silenciamiento en el que nos deja la falta de respuestas, la escasez y precariedad, cuando no ausencia total, de las pretendidas estrategias de inclusión, lo cual no hace más que profundizar la sensación que los habitantes de estos barrios son ciudadanos de otra categoría”, expresan en el texto, en el que señalan que “hemos intentado transmitir esta inquietud a diferentes referentes de la gestión; las pocas veces que tuvimos respuestas, éstas no se sostuvieron en el tiempo”.
En concreto, los trabajadores exigen “la creación de nuevos espacios de inclusión (deportivos, culturales, entre otros) que promuevan otro tipo de lazo/vínculo entre los pibes/as”, ya que en los  barrios “son escasos, precarios o nulos o ninguno, lo cual lleva a generar una mayor brecha de exclusión”.

Publicada en Pausa #131, miércoles 9 de abril de 2014
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Cumbia grupal

El Grupo Res estrenó una nueva propuesta: la inquietante Tecumbié ya se puede ver en la Marechal.

Por Marcelo Przylucki

La esencia es aquello de nosotros mismos que no alcanzamos con ninguno de nuestros sentidos, pero que define y determina lo que sí podemos percibir: la materialidad de los cuerpos. Cada vez que nuestra percepción se encuentra recortada o limitada nos sentimos incómodos, no con aquello que estamos pretendiendo comprender sino con nosotros mismos, por encontrarnos incapaces de tal empresa. Tecumbié es un título sugerente con guiños de grafía africana que adelanta muy brevemente, aunque con consistencia, una puesta en escena basada en el desplazamiento, el baile, la fusión de los cuerpos. El espectáculo se estrenó el domingo pasado en la Sala Marechal del Teatro Municipal 1° de Mayo y seguirá allí por lo que resta del mes; mientras que durante mayo, el show se mudará al Foro Cultural de calle 9 de julio 2150.
Juan Berrón, director de la obra del Grupo Res, confiesa que “la danza es quizás uno de los lenguajes más abstractos, por eso el hecho de no tener texto es un desafío constante, aunque siempre acabamos encontrando la forma de ensayar movimientos que permitan otorgar significados. Creemos que para eso es necesario no cargar demasiado la ornamentación y demás, amén de que esto nos facilite la posibilidad de salir de gira”. De todos modos, ese mundo “ocre, sexual y nostálgico” que prometía cada anuncio previo al estreno es fácilmente decodificable y descriptible, desde el vestuario que resulta (y pretende) ser ambiguo al nivel de lograr la confusión entre cuerpos masculinos y femeninos, hasta la inclusión de la pieza de cumbia clásica, “Yo me llamo cumbia”, que carga con multicolor del trópico tanto como con ribetes de añoranza.

Cumbia y cuerpo
Cuerpos que dibujan lentos contornos al ritmo de una percusión digital, indiferentes a la luz, son los primeros estímulos presentados para elevar la obra a una instancia en la que sea comprendida como una pieza a completar: “la rotura de la linealidad, la estimulación de ciertos sentidos y percepciones que la palabra no permite son las que ponemos en juego para aludir a esta cuestión de la obra abierta que, para nosotros, es más posible en la danza que en cualquier otro terreno”, completa Berrón. Mientras tanto, técnicas de baile como el release van moldeando una cumbia que nos es sólo familiar, no tan conocida; cierta alineación corporal, la respiración, el mecanismo orgánico de las articulaciones y la distribución de la densidad del cuerpo en favor de la gravedad, y no de la fuerza, son elementos que se trabajan de un modo mucho más detallado que cuando la cumbia se da en situación de cortejo o mera fraternidad. Bajo las instrucciones de esta técnica y otras como el contact y el flyinglow es que los bailarines aprovechan un espacio que, al calor de una serpiente amarillenta apenas luminosa que recorre todo el ambiente aéreo, se cambia de Colombia a una covacha tropical cavernaria apelando sólo al más vago de los fluidos imaginarios.
Los performers al terminar el estreno de Tecumbié, una nueva puesta dirigida por Juan Berrón, prolífico y reconocido promotor de la danza. (Foto: Bárbara Favant)

Incurriendo en un caso de licencia poética, “Grupo Res” es, además de una compañía de danza y danza/teatro de más de 15 años de trayectoria (y la única local con show en cartelera), una construcción tan romántica como práctica: la metodología de trabajo del grupo no se resume a los roles de directores e intérpretes, sino que cada quién es consciente y capaz de sensibilizar lo que entre todos están buscando componer, desde sus distintos recorridos y procedencias, ya sean directamente de la danza, el teatro o las artes visuales. Digamos, lo que revoluciona y da energía a la dinámica grupal es la autoconciencia de la res (del latín ‘esencia’) plural.

Escena local
La actividad en lo que respecta a la danza under, u off (como la llama Berrón), está experimentando un momento de impulso puesto que se registra un incremento en lo que tiene que ver con academias y, sobre todo, con futuros bailarines: “lo que sí es un poco más sensible es la cuestión de que está mermando la producción, ya que varios directores de mi generación, e incluso algunos más experimentados, se han volcado hacia la actividad de gestión. Esto resulta ambivalente ya que las políticas nos alcanzan y nos ayudan muchísimo (de hecho, Tecumbié cuenta con apoyo del Instituto Nacional del Teatro), pero por otro lado están estos vacíos que están a la espera de nuevas ideas”, concluyó el director.

STAFF

Intérpretes: Victoria Roldán, Sergio Trevisán, VariniaZelko, Lucas Aráoz, Mauro Cappadoro.
Coreografías: Grupo RES
Música: Esteban Coutaz
Diseño y videos: Juan Curto
Diseño de luces y espacio escénico: Alfonso “Ponchi” Insaurralde
Vestuario: HUE-hacemeunespacio.com.ar
Fotografías, producción y arte: HUE / Fotos: Juan Curto
Idea y dirección general: Juan Berrón

CUÁNDO

Todos los domingos de abril a las 20 en el Teatro Municipal 1° de Mayo (San Martín 2020)

ENTRADAS

$50 generales; $40 estudiantes y jubilados.

Publicada en Pausa #131, miércoles 9 de abril de 2014
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Mil mates: Locked


Una de las mejores cosas que me pasó este último año fue la computadora de Cristina. Me la dieron en comodato al comienzo del año lectivo 2013, en la Almirante, y desde ese momento me hice adicto a ese pequeño tupperware indestructible. De hecho todos mis anteriores equipos pasaron hace rato al estante alto del placar donde duermen un sueño que hasta hoy creí definitivo. Porque, ¡horror!
Hoy, después de un año de rendir como un caballo 24, 48, 72 horas, todo continuado, mi pequeño monstruo Exo se bloqueó. Es la primera vez que me pasa, ya he escuchado a muchos colegas y pibes quejarse de estos bloqueos, y a pesar de que me hacía una idea, no me imaginaba el daño moral que acarrea esta aplicación de seguridad. Desde ya que no estoy de acuerdo con ese control estúpido, violento. Las computadoras son parte de nosotros, no deberían considerarlas un servicio sino un derecho.
Su ostra se cerró con todo mi laburo dentro, incluida la última columna de Pausa que tenía preparada para este número: Hjelmslev, que habla sobre un tema muy distinto del que vengo prometiendo desde la primera columna de este año: las semillas del INTA.
Así que aprovecho este accidente para ir al grano y comunicar que en cualquiera de sus oficinas, todo googleable (en Santo Tomé está en esa oficinita en la punta de la Municipalidad), está abierta la entrega de semillas de estación, de óptima calidad, todo sale (y lo digo por propia experiencia amigos), más instructivos de cómo labrar la tierra y armar los tablones, una de las partes fundamentales del proceso.
El trámite es simple. Llevás tu DNI y una descripción somera del terreno y de los habitantes, futuros beneficiarios, y ya está. ¡A sembrar!
Primera lección en verso:

Los tablones
Se marca un perímetro con hilo alzado sobre palitos
Se cala un pan de tierra de la cabeza de 30x30
Se deja ese terrón a un costado
Calamos los próximos 30x30 y lo corremos
Hacia el lado de la cabeza
Así hasta llegar al final, va a faltar
Tierra entonces ponés el pan
Que arrancaste de la cabeza
Y sembrá

Publicada en Pausa #131, miércoles 9 de abril de 2014
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sábado, 19 de abril de 2014

Una farsa coronada

Ricardo, una farsa: la obra de la Comedia de la UNL.

Por Marcelo Przylucki

La introspección es un proceso útil si logramos indagar en aquello que pueda decirnos algo nuevo acerca de nosotros mismos, más si no nos conformarnos con aquello que ya sospechábamos o conocíamos. Para trasladar ese proceso al arte es preciso, obviamente, que un ejecutante se haga cargo, puesto que las obras carecen en sí mismas de ánimo vital. A esta tarea de hurgar e investigar se abocaron los dramaturgos Sergio Abbate, Verónica Bucci y Lautaro Ruatta al momento de inclinarse por Ricardo III de William Shakespeare, fuente de referencia de lo que sería una labor harto galardonada (llegó en el primer puesto de la Fiesta Provincial del Teatro 2013) de la Comedia de la UNL.
Ricardo, una farsa condensa una mixtura de géneros que deviene en tensión constante para un espectador que es llevado a volantazos por senderos desconcertantes en los que se recitan contundentes versos clásicos de engorroso castellano antiguo, inmediatamente antes de una versión acústica de Café Tacvba. Así, la percepción debe mantenerse en alerta permanente para no quedar a pie ante la velocidad generada por los motores de la pieza clásica y la cuota de farsa agregada por los autores, que permite la incorporación de cuestiones familiares de la sátira y la comedia, emergentes en el contexto de producción del texto original en inglés (del que también forman parte, por casos castellanos, La Celestina y El Lazarillo de Tormes).
“A raíz de la investigación que se realizó a la hora de escribir el libro y construir los personajes dimos con que Ricardo, en verdad, no fue un personaje tan malévolo y sin escrúpulos como lo pinta Shakespeare en la obra original. Fue un protagonista de su época, que estaba muy convencido de qué era lo que debía hacer para acceder al trono. De hecho, su reinado tuvo cosas valiosas como la inauguración de ciertos derechos en cuanto a la justicia para los pobres, peleó por instaurar la lengua inglesa en su pueblo y para colmo, fue el único rey de la historia inglesa que fue  proclamado por su gente”, dice casi enamorado Abbate, que además de haber escrito en colaboración el libro, dirige la obra.
Los actores Javier Bonatti y Raúl Kreig interpretan la puesta, acompañados por Rubén Von Der Thüsen, Alicia Galli y Camilo Céspedes.

El poder es el tema que organiza el argumento, atravesado por todo lo que su conquista apareja: el sortear otras pasiones a costa de esta en particular, la construcción de una figura pública, el respeto impuesto en el mano a mano de las relaciones personales, los empleos del lenguaje.
Raúl Kreig viste su espalda con la capa del protagonista, un rey dotado de un cinismo tan agudo como simpático: “familiarizarme con Ricardo fue un proceso tan arduo como bello. A pesar de esa mala propaganda política, él es un hombre que representa al guerrero del medioevo. Se remitía a hacer lo que se suponía que debía para detentar su fracción de poder”, revela el experimentado actor en diálogo con Pausa. Kreig, que no deja ni una fisura ni una emoción contenida en los casi 70 minutos que dura la puesta en escena.
La escenografía se monta y desmonta al ritmo de la necesidad de los personajes, que siempre más temprano que tarde acaban reos del lamento prodigado hacia el rey de mala fama. El vestuario (Osvaldo Pettinari) y más aún, el verbo vestir, también es parte de la escena en la que abundan remolinos de sombra que se mantienen erguidos decorando la odisea de un victimario víctima del mandato “divino” de su época: el de alcanzar la corona acaso para revertir su condición de maldito por Dios, que lo ha perjudicado con una cojera y una joroba.
Menor no es el papel de Rubén Von Der Thüsen, cómplice dramático de Ricardo en su papel más fuerte dándole piel al duque de Buckingham; en el otro rol del que se hace cargo, será la anciana madre viudaq ue lamenta y maldice lo cometido por el nuevo monarca. Alicia Galli es mucho más que la cuota femenina: es madre, esposa, estrella, un par de ojos que entre los rostros espectadores que busca a quién dirigir palabras de un dolor heredado por milenios de mujeres.
El quinteto de actores se completa con Javier Bonatti y Camilo Céspedes, encargados de que no haya fisuras en la trama: “nos permitimos recuperar lo que llaman ‘personajes chuscos’, que algunos traductores omiten. Es esencial su presencia, ya que se encargan de aportar ciertos diálogos que no se les permiten a los protagonistas, por no deformar la imagen de éstos, también para hacer más ágil la adición de otras cuestiones”, aclaró Abbate.

Funciones
La obra se presenta todos los sábados a las 22.00 en el Foro Cultural Universitario, hasta agosto inclusive. Las entradas cuestan $ 35 y $ 30 con descuento para jubilados y estudiantes.

Publicada en Pausa #131, miércoles 9 de abril de 2014
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