jueves, 20 de marzo de 2014

Las tempestades

Tras una serie de hechos que casi llevan a suspender el show, Experimento Negro presentó su disco “Yo”.


“Acá toreamos las tormentas y le damos para adelante”, sentenció Rodrigo “Negro” González en la caliente noche de Tribus. Acto seguido, Experimento Negro arrancó con “Toreando las tormentas”. Y es que esa canción resumió el espíritu del recital. Por un lado, fue la presentación de un disco (Yo) que entre idas y vueltas tardó cuatro años en editarse. Y por otro, imprevistos de último momento obligaron a cambiar dos músicos: Damián Gómez en reemplazo de Guido Grazzini en batería y el guitarrista Ariel Echarren en lugar del recientemente incorporado Bruno Leurino (quien a pesar de su tendinitis en ambas muñecas estuvo presente en varios temas). Por suerte, se trató de ex integrantes de la banda, conocedores de las canciones que se iban a interpretar.

De principio a fin
Custodiados por un telón negro con las iniciales del grupo como fondo y pasadas las 23.30, Rodrigo tomó el micrófono para anunciar que repasarían todas las canciones del disco en su orden original.  A sus costados estaba flanqueado por las guitarras de Francisco Romeu (izquierda) y Echarren (derecha). Atrás suyo se ubicaba Gómez en batería, Martín Pirola en bajo y Fabio Pis Alonso en teclados. Además, González contó con un set percusivo propio, que le otorgó una potente densidad sonora al de por sí energético combo rockero.
La noche abrió con la instrumental “Intro al bosque negro”, que crece en profundidad nocturna a medida que avanza.
El pasaje desembocó en “Uno es lo que hay”, toda una declaración de principios que explota en un estallido de furia punk que termina antes de llegar a los dos minutos. Siguió “Vengo envuelto (regalado)”, canción que le sirvió a González para agregar un nuevo instrumento: la armónica.
La balada “Brillame” dio pie para que se sumara Bruno Leurino, conformando un poderoso trío de guitarras (para este tema, Romeu tocó una electroacústica). El Negro, casi arrodillado, desgranó los poéticos versos que dicen: “Detrás de un río de dolor / tomamos vuelo armónico / adoro en labios tu actitud / destinos en similitud”. Al terminar, hizo una especial dedicatoria: “en el Día de la Mujer, gracias mujeres por llegarnos. Todo esto es culpa de ustedes”.
Siguió “8 sueños”, un relato en forma de canción que combina experiencias oníricas de diverso tipo. Luego vino “Héroe del naufragio”, tal vez el mejor tema del disco. Una balada con aires a Pink Floyd, y una más que sentida interpretación de González.
“Toreando las tormentas” arribó precedida por una dedicatoria a Grazzini y una retribución a Gómez: “Damián estaba recién llegado a Buenos Aires. Lo hicimos volver a Santa Fe para no cancelar el recital”, explicó el Negro.
“Una canción de playa”, así definió el cantante a “Piriapolis”, tema que evoca recuerdos de su niñez: “tus árboles / perfumes de mi infancia en libertad / sol y luna en el mar”. “No abandones” trajo un homenaje a los amigos.
Después de atarse su rebelde melena, el Negró dio lugar a “Diez”, tema lento que se hunde en reflexiones introspectivas. La calma terminó con la potente “Perdido por perdido”, que mostró al grupo en su máxima expresión y desató hacia el final un duelo percusivo entre González y Gómez. La beatlesca “Evidentemente” tuvo como destinatarios a “todos los que tienen hijos. Y al mío”, en palabras de Rodrigo. A su vez, fue la encargada de cerrar los temas que componen la primera obra de la banda.

¿Y ahora?
“Ahí terminó el disco ¿Y ahora?” se preguntó el Negro. Tanto el público como él ya sabían la respuesta.
Antes de arrancar con un tres por uno de La Cruda, González aprovechó para agradecer a todos los sponsors y amigos que hicieron posible la salida de Yo. “Ellos nos ayudan a pelear a grandes monstruos y compañías”, graficó el cantante.
“Comarca en paz” y “Corazón umbilical”, fueron los dos primeros temas de La Cruda que hicieron explotar al público de Tribus. Luego de presentar a cada uno de sus músicos y de afirmar su agrado con el sonido del trío de guitarras, llegó el cierre definitivo con “Júpiter”, otro clásico crudo de Mente en cuero.
Un sonido poderoso y ajustado. Una banda creativa que no se encasilla y toma el sendero de la búsqueda como camino a seguir. Un público fiel que se mantiene y a la vez crece (“somos todos amigos, conozco al 99% de los que están acá” dijo un emocionado Rodrigo sobre el final). Elementos de un cóctel que, combinados, son capaces de darle pelea a cualquier tipo de adversidad.

Publicada en Pausa #129, miércoles 12 de marzo de 2014

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