sábado, 18 de agosto de 2012

El Caracol y los gringos

Por Adrián Brecha

Oventic se encuentra en el municipio de Larráinzar, en los altos de Chiapas, en el sudeste de México. Este es nuestro próximo punto del viaje. Allí nos encontraremos con el Caracol “Resistencia y Rebeldía por la Humanidad”. Los Caracoles fueron creados en el año 2003 para reemplazar la anterior forma de organización, que eran conocidas como: “Los Aguascalientes”.
Esto llevo una extensa discusión sobre la necesidad de modificar la relación entre las comunidades del EZLN y de las comunidades con el mundo exterior. Es así que se da vida a las Juntas de Buen Gobierno, el primer órgano formal de administración de los municipios autónomos. El gran encargo que se les dio fue el de “mandar obedeciendo”. Se les encomendó resolver los problemas de la comunidad y ser puentes entre las comunidades y el mundo.
Un dato no menor es que sus miembros son rotativos (cada una semana) y a su vez son reemplazables en todo momento.
Sin dudas el Caracol de Oventic, podría considerarse como el más concurrido o, mal que nos pese, el más turístico. Eso se debe a que está a menos de una hora de San Cristobal de las Casas y el acceso es por una ruta pavimentada. O sea, se llena de pinches gringos.
Nuestro celular marca las 10:30 hora oficial, detras de un portón-reja custodiado por un tzotzil con pasamontañas es otra hora, la hora zapatista. Le comunicamos que queremos dialogar con la Junta de Buen Gobierno. Nos dice que debemos esperar. Luego de unos minutos aparece otra persona, que cubre su rostro con un pañuelo. Nos pregunta los nombres, de donde venimos y a qué organización pertenecemos. Nosotros informamos que nuestro interés es poder dialogar con la Junta sobre el estado de las comunidades zapatistas, como funciona el sistema de salud y educación autónomo.
10:45. El hombre del pañuelo asoma nuevamente por la calle empinada. Nos pide los apellidos. Se retira.
10:55. Llega un taxi de donde bajan tres gringos, con la pinta de viajeros progres. El hombre del pañuelo nos informa que la Junta no autoriza a hablar de lo primero, pero sí de los otros temas. Nosotros le decimos que nos interesa hablar con ellos de todas formas. El español como idioma es una barrera.
11:05. Pueden pasar.
12:05. Por una puerta asoma el rostro de una niña que también cubre su rostro con un pañuelo, nos avisa que la Junta está reunida y que debemos esperar.
12:30. Nos recibe la Junta. En este punto, ya nos sentimos turistas, gringos y occidentales. Estamos ante cuatro personas que cubren su rostro, el lugar está poblado de banderas y fotos. No falta la bandera argentina al lado de la foto del che, como tampoco una serie de recuerdos que dejan quienes visitan esta casa. La charla transcurre en tres temas: educación, salud y agroecología.
Uno de los tantos problemas que están viviendo las comunidades indígenas es que el mal gobierno regala semillas de maíz transgénico. Nosotros a esta historia la conocemos. Hoy se regala la semilla, mañana se compra. Menos manos, más químicos.
Quizás esa mezcla entre tzotzil y español les permite una licencia temporal: “Nuestros ancestros no usan químicos, ellos plantan maíz, no envenenan la tierra”. O también puede ser una forma de ver la vida, en donde conviven los tiempos. Que el pasado permanece. No lo sé.
Es claro que son herméticos, que no hablan demasiado. Sin embargo, afuera está la clínica autónoma funcionando. Como nos dijo Pancho, otro zapatista, una vez que prende la semilla, pueden cortarnos de cuajo, pero las raíces quedan.

Publicada en Pausa #99, miércoles 8 de agosto de 2012

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