lunes, 28 de mayo de 2012

En Alto Verde hay 500 razones para leer


Un grupo de jóvenes trabaja para que los más chicos se entusiasmen con la lectura.Crearon una biblioteca y preparan cuatro libros con historias del barrio que pronto saldrán de imprenta.

Por Marcela Perticarari


Caminar a la sagrada hora de la siesta santafesina por sus calles, subir al terraplén, bordear unos metros la orilla del río y observar las canoas en reposo, hacen pensar que el Tavo Angelini tenía razón cuando cantaba “magnífico Alto Verde”. En el entrepiso de la capilla Jesús Resucitado se respira juventud, se notan las ganas en los ojos de cada uno y ningún detalle de la ambientación está librado al azar: allí funciona la biblioteca barrial del Proyecto Jóvenes Mediadores de Lectura “Pescando Lectores”.
Las coordinadoras, Melisa Oroño y Cecilia Moscovich, explicaron que “los objetivos son democratizar el acceso a los libros, generar intercambios culturales, fortalecer los lazos comunitarios y brindar oportunidades para el empoderamiento de las personas a través de las prácticas de lectura”.
En este sentido, definieron la mediación de lectura como “el acto de acercar a niños, jóvenes y adultos, los libros para que puedan disfrutarlos de forma libre y placentera. Quien hace de puente entre los libros y la comunidad es el mediador, quien ofrece los libros, acompaña en los momentos de lectura, ofrece lecturas en voz alta, genera espacios y condiciones para la práctica de lectura”.


Objetos culturales
Previo a la creación del proyecto, el Área Joven de la Sede Territorial Alto Verde del Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia formó un grupo de 15 jóvenes. Fueron ellos quienes plantearon el interés por generar una nueva actividad. Así se sumaron nuevas caras a la iniciativa y los jóvenes participaron de una serie de talleres, vivenciales y teóricos, en los que se familiarizaron con libros de literatura infantil y juvenil, y se apropiaron de nociones de la mediación de lectura.
“A través de la formación de jóvenes mediadores de lectura y la ejecución de acciones concretas de mediación de lectura en la comunidad, se pretende no sólo democratizar en el barrio el acceso a los libros y la lectura, sino también fortalecer el protagonismo y empoderamiento de los jóvenes, y fortalecer los vínculos de los mismos con su comunidad, entre los cuales los vínculos ntergeneracionales ocupan un lugar importante”, destacó Cecilia Moscovich.
Entre los fundamentos del proyecto, se explicita que “los libros son objetos culturales fundamentales, y el acceso a los mismos un derecho. La lectura, por otro lado, es una herramienta fundamental para el desarrollo humano y personal, para el proceso formativo y para el ejercicio pleno de la ciudadanía. El encuentro con los libros y con las personas que nos los acercan habilita la palabra, permite el descubrimiento del mundo y de uno mismo, genera un vínculo íntimo entre los que comparten la experiencia, abre el juego al intercambio, las emociones, los sentimientos, los sueños. Sin embargo, a menudo los libros son objetos escasos, caros, poco familiares y la experiencia de la lectura no es sentida como algo placentero porque está asociada a exigencias. Por eso, a través de este proyecto se procura que los libros se vuelvan familiares y valorados”.

Los mayores interesados
Entre las tareas que realiza el grupo de jóvenes mediadores se encuentra la planificación y ejecución de jornadas de mediación de lectura con niños y adultos, que se realizan en hogares de día, CAFs, escuelas, dispensarios y espacios públicos. Asimismo, organizan la biblioteca comunitaria: inventarían el acervo de libros –que llega a 500 ejemplares–, atienden, organizan los préstamos y gestionan donaciones.
Quienes deseen entregar libros a “Pescando Lectores” pueden acercarse los lunes a partir de las 14 o los miércoles desde las 9 al entrepiso de la capilla Jesús Resucitado. “Nos vienen bien las donaciones, siempre y cuando sean libros buenos y nuevos. Ponemos mucho énfasis en traer libros de calidad literaria, con buenas ilustraciones. No porque sean pobres merecen libros pobres, sino todo lo contrario. Contamos con más de 500 volúmenes excelente calidad, entre los que se encuentran libros para adultos y textos escolares”, detalló una de las coordinadoras.
Luisina, una integrante del grupo, se acercó el año pasado a “Pescando Lectores” invitada por una amiga. Le gustó lo que vio y se quedó: “Vamos a empezar a trabajar con la Escuela Simón de Iriondo, ya planeamos muchas actividades. En las experiencias anteriores trabajamos con chicos de 5 a 12 años, donde todos leían y jugaban. Es muy lindo cuando los alumnos se entusiasman y me gusta que ellos conozcan los libros: a veces dicen que no les gusta leer y es porque no los conocen”.
A la hora de las evaluaciones, el optimismo marca el terreno: “La lectura prendió e interesó. Los jóvenes se apropiaron profundamente del rol y la tarea, y lo desempeñan maravillosamente bien. Ellos leen y leen para otros. Tienen acceso a libros a los que antes no habían podido acceder, y los comparten generosa y entusiastamente con otros. Tienen un nuevo grupo de pertenencia, del que claramente disfrutan, lo que queda demostrado por su asistencia sostenida a lo largo de los meses. Se han vuelto expertos en literatura infantil y juvenil. Reconocen autores, estilos, géneros, editoriales, colecciones. Saben seleccionar para otros. Llevan libros a sus casas y prestan libros a otros”, señaló orgullosa Cecilia Moscovich.
“Cuando vine al grupo”, manifestó Soledad, “hubo todo un movimiento y no nos quedamos quietos. Leer a los chicos no es algo que muchos hagan y por experiencia propia sé que es muy lindo. Cuando me sentí sola, los libros siempre me ayudaron mucho. Y cuando otra persona siente lo mismo, es bueno saber que podés estar ayudando a través de la lectura. Cada día estamos mejor preparados, por eso me gustaría que este proyecto siga creciendo. El empuje que nos dan las coordinadoras es fundamental”.
Leonardo se define como uno de los pioneros del grupo. “Cuando llegué, las coordinadoras nos apoyaron para no abandonar la escuela, después me quedé. Al principio leíamos poco, nos traían juegos de palabras y eso nos gustaba. Después arrancó ‘Pescando Lectores’ y me encantó. Ahora escribo canciones y me gusta leer libros para enriquecer mis historias. A través de este proyecto puedo expresarme más libremente. Me llevo muchos libros a casa, en particular poesía y relatos extraídos de la realidad, me gustan esos finales que tienen mensajes al estilo ‘si yo pude, vos podés’. Eso me motiva a escribir”.
—¿Qué sentís cuando vas a leerle a los niños?
—Me veo reflejado en ellos porque no tuve libros, me hubiera encantado abrazar la lectura desde chico. Ahora podemos hacer lo que no hicieron con nosotros. Ojalá que el día de mañana estas pequeñas cosas que hacemos germinen.

El orgullo de los libros propios
Otro de los pilares del proyecto es la recopilación y registro de historias de Alto Verde, a partir de entrevistas a los habitantes más antiguos del barrio. “La idea es no sólo valorizar la historia, cultura e identidad locales, sino también tender puentes entre la oralidad y la escritura, entre el pasado y el presente, e incorporar al acervo de libros ofrecidos por la biblioteca, libros con historias del propio lugar”, explicaron.
“Con las historias que rastreamos durante 2011, hicimos cuentos ilustrados para chicos que van a ser publicados en cuatro libros. El material, que saldrá como una colección llamada Lo escuché por ahí. Historia de Alto Verde, ya está en imprenta. Y tenemos planeado hacer más libros”, contaron los jóvenes.
Está claro: entusiasmo para seguir no les falta.

Publicado en PAUSA #94, que todavía está a disposición en los kioscos de SF

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