viernes, 27 de agosto de 2010

Disputas mediáticas

Por Juan Pascual

El envío a la Justicia de un informe con documentación y testimonios sobre la compra espuria de Papel Prensa por los diarios Clarín, La Nación y La Razón, en el cual se vincula la secuencia de amenazas, persecuciones, intimidaciones y –luego de consumada una venta a precio vil– secuestros, desapariciones y torturas sobre quienes eran los antiguos propietarios de la empresa fue tratado por una de las partes (Clarín y La Nación, los que resultaron beneficiados en el proceso) de este modo:



Las versiones contradictorias sobre un mismo suceso, lugar o espacio entre aquellos que estuvieron presos, detenidos desaparecidos y torturados siempre fueron moneda corriente. La situación se presta a tales imprecisiones y, por ello, al tratamiento mesurado de las fuentes, de los documentos, de las palabras, para la construcción de un registro colectivo que abra a un conocimiento político de lo sucedido y a un tratamiento justo de lo actuado.
Pero contraponer, deslegitimar, ubicar en la posición de la deshonestidad, de la mentira interesada, de la falacia maliciosa al testimonio de un detenido y torturado por la dictadura a partir de otro testimonio enunciado por una persona de igual condición es muy otra cosa. Más todavía si eso es el centro argumentativo de la "defensa".
Son familia, por igual. Son torturados, por igual.
Los diarios, en combo, recrean un imperativo de la tortura que explica la mecánica misma del procedimiento: producir una palabra que condene al par (y, en el mismo movimiento, a sí mismo). Reventar el estatuto de ese sujeto que está ahí –por medio de una mirada penetrante, una picana zumbadora, un pene caliente o una pila de billetes, igual da en este caso– para volverlo un cuerpo puro de las necesidades, una entidad que sólo es capaz de desear que eso termine, que no puede decir a nada que no.

¿De qué modo las imágenes de fondo editorializan la entrevista a Papaleo?

La efectividad de esa estrategia obscena está en impedir la consideración de que un "quebrado", sea por la picana o por el soborno –en estas circunstancias, en esta situación y respecto de estos testimonios: en este específico caso– no es un delincuente, como lo sindica Osvaldo Papaleo: es también una víctima que vuelve a ser víctima. Quizá de sus horrores en la memoria, quizá de sus miedos presentes entonces. Quizá es una víctima de sí mismo.
No significa eso que no sea sopesado su testimonio. Significa que hay que considerar que si la falsedad fue inducida –por la violencia de la bota o del dinero– no estamos frente a una mentirita común: estamos frente a la actualización y violación de una escena de 1976.

La versión en papel de esta entrevista se puede encontrar acá

Isidoro Graiver es también este tipo que dio esta entrevista mucho tiempo antes de dar un testimonio perfecto por medio de solicitadas, escribanos públicos y demases, para los dos grandes diarios.
Poco más le queda a Clarín y La Nación que apelar a reproducir esas escenas donde uno se pierde de sí mismo, y se vuelve la víctima victimario (de su propia historia y de la de los otros). Es eso o hacer hablar a los muertos, como se hizo con el fiscal Molinas aquí, lo que produjo la obvia respuesta de su hijo, por ejemplo acá.
Cerrar el círculo de esa obscenidad en una disputa moral –o penal– por las deshonestidades de los testimonios de la tortura y el horror, los testimonios más únicos que un ser humano puede producir, sólo sirve a la sonrisa de los torturadores. Isidoro Graiver ha vuelto a ser una víctima Y, podría decirse, de los mismos victimarios.
Mientras al debate mediático se le siga dando el mismo lugar y jerarquía que a las actuaciones de la Justicia y las discusiones del Congreso (ambas por venir), el manoseo seguirá continuando. Ese debate mediatizado bajo las reglas de una de las partes no merece darse, justamente, bajo esas reglas. Discutir los documentos en la Justicia, repasándolos, observando las fechas, viendo los precios, analizando la época y la situación de los testimoniantes: perfecto. Analizar las cifras del negocio de la producción de papel monopolizada por sus principales consumidores, con precios desleales que estructuran diferencias fácticas no sólo en el negocio, sino en las posibilidades de expresión de la palabra escrita: fantástico. Que ambas cosas se hagan en los medios de prensa: un deber.
Pero andar de revuelque por los meandros de la familia Graiver, teniendo que soportar a un clan de opas y opinologistas barruntando todos juntos las imbecilidades más descabelladas de compra/venta de voluntades, historias y memorias colectivas, es envilecer la cuestión, es hartar a la opinión pública, es caer en la trampa.

viernes, 20 de agosto de 2010

Salió en Nº 61



Desde hoy en los kioscos.

Reforma penal, banco, autopista, cárceles, política, sociedad, música, cine, viajes, deportes, noticias, humor y la agenda más completa.

Por 3 mangos, ¿qué más querés?

sábado, 14 de agosto de 2010

Hágase cargo y hágales frente

Una selección quizás inútil del listado de la dvdteca del Cine Club Santa Fe

Por Donnie Zerbatto

Todo listado es el registro de un universo que, en su notación misma, se va ordenando. Un listado de películas organizado por sus directores da un resultado, un recorrido posible. Otro armado –a partir de las bandas sonoras, por ejemplo– produce otras agrupaciones. Allí podría recortarse la sección “Ennio Morricone”, con Cinema Paradiso de Tornatore y Novecento de Bertolucci o también, y por qué no, el área “Tarantino”, con su peculiares selecciones y rescates musicales: después del cachondeo que disfrutó Kurt Russell en Death Proof ¿cómo no ir como perro jadeante al descargadero de tonadas a por Down in Mexico de los Coasters? El bailecito con amputación de oreja protagonizado por Michael Madsen en Perros de la calle (1992) ¿no rescató del olvido a Stuck in the middle with you, de Stealers Wheel?

Afortunado eres, Kurt...

Sin embargo, hay ciertos elementos en todo listado que nunca terminan de ajustar en ninguna categoría. Cosas raras.

Ojo, no quiere decir esto que sean excitantes o estimulantes. No, para nada: las cosas raras no se pueden ubicar bien, no se termina de saber bien por dónde se les entra. La locura no es nada alegre y los que verdaderamente son tomados como especimenes raros la pasan verdaderamente mal.

Si al listado de más 500 pelis de la dvdteca del cineclú Santa Fe se lo dividiese entre aquellas para las que tenemos una puerta de entrada y aquellas que no imaginamos por dónde corno se las encara, el segundo grupo tendría al menos nueve títulos, a mi leal, honesto y para mí calificadísimo entender.

No hablo de películas “problema”, así como esas que se supone cuestionan taaanto nuestro modo de ser que después de verlas vamos a volvernos otras personas, así, para siempre jamás. Hablo de las películas que plantean una verdadera dificultad para ser miradas. Las que están tan lejos que nos resultan extrañas, prácticamente inabordables. Que a veces aburren hasta la maceta o que a veces son sencillamente incomprensibles. Antes que nada, que son anormales: no se acercan ni medio a lo que se ve regularmente, pero en ningún sentido. Y, sin embargo, algo de lo existente las hace pertenecer al listado. Tienen gestos de nuestra actualidad para exponer.

Tim Burton rescató la vida de Ed Wood para hacer el film homónimo, protagonizado obviamente por Johnny Depp. Ed Wood es considerado el peor director de la historia del cine. Ese rótulo no es chiste: es un bodriazo con deficiencias técnicas de producción. Burton, con mirada estratégica, convirtió esa particularidad en tema de una peli. El cineclú, en cambio, da la oportunidad de ver dos títulos cruciales del malogrado director: Glen or Glenda? (1953) y Plan 9 from outer space (1959).

Con la presencia en ambas del mismísimo Bela Lugosi (la cara típica en byn del Drácula moderno sport), ambas pelis ofrecen esa extraña experiencia. Difícil es recomendar un director al que masivamente se lo trata como bosta. Pero fácil es advertir lo interesante de tener la posibilidad de acercarse y poder oler el objeto, así hieda a cualquier cosa. Pocas veces se posee la chance de ver al espécimen más deplorado.

El día que paralizaron la tierra (1951) de Robert Wise ofrece una vuelta de tuerca a la propuesta anterior. Es la versión original de la hiperpromocionada porquería inaguantable protagonizada por Keanu Reeves, conocida en Argentina como El día que la tierra se detuvo (2008). ¿Cómo será la versión primera? ¡Da vértigo la comparación y, acaso, su resultado! Ideal para una noche nula, tipo nada que hacer, son las dos, mañana me rasco, no tengo sueño ni intenciones sexies.

¡Platos voladores ultramodernos!

Padre e hijo (2004), de Alexander Sokurov, está en la lista de las normales. Se puede decir: es muy europea, hay un conflicto humano denso, lleno de sudor y carne, esos techos ya los he visto en alguna parte, qué cosa intensita y compleja ese vínculo de esos hombres, etcétera. Pero El arca rusa (2002) nos presenta un Sokurov estratosférico. La peli es bellísima, una fiesta para el ojo, un infierno técnico de perfeccionismo (99 minutos todos tirados en una sola toma, con la coordinación de 2000 actores y tres orquestas). A la gente sofisticada la arrebola, ganó el argento Cóndor de Plata a la peli extranjera y fue nominada como la mejor en Cannes. Sé que transita 300 años de historia rusa y que se detiene en una gran cantidad de cuadros de distintos pintores, y en otras obras de arte. Lo sé, lo ví. Pero estoy seguro de que no hay nadie en Santa Fe que con el recorrido regular de la educación estatal –aún terminada una carrera de grado específica en arte– pueda mirar el film sin que algo (o la mayoría de las cosas) se le escape. Si niegan esto mienten, o han dedicado un tiempo casi patológico a la formación autodidacta en historia social y del arte de Occidente. Es tanta y tan vasta la erudición que exige El arca… que uno queda subyugado por la propia exclusión, por cómo el film nos escupe nuestra propia ignorancia.

Vea que cosa más maravillosa para no entender

Completamente lo contrario es Vanishing point (1971), de Richard Sarafian. Objeto de culto pop yanqui, citada tanto por Tarantino en Death Proof como por Audioslave en el video de Show me how to live, tenemos aquí una interminable persecución en megacoches del período paleopetrolero a través de un desierto terroso que da calor nomás de verlo. Tuercas del mundo: aquí tenéis una posta posta, si bien es abrumadoramente melancólica. Nada de pelitos con gel y pavadas Rápido y furioso: mecánica pura y dura, choques, reviente y un macho conductor desahuciado.

Hay que tener la voz en off de la voz en off

La incursión etno antropológica por la cultura imperial puede continuar por los extraños documentales Koyaanisqatsi (1982) y Powaqqatsi (1988), de Godfrey Reggio. Música y sucesiones de imágenes sobre lo que en lengua hopi quiere decir “vida desequilibrada” y “vida en transformación”. Más claro: vea de dónde provienen las secuencias más icónicas y típicas (hasta en la imagen publicitaria) sobre “el vértigo urbano”, “el medio ambiente”, “el cielo”, “el hombre alienado que trabaja”…

La banda sonora le añade mucho muy mucho

Las dos últimas en el grupete son alemanadas. La primera, un clásico de la ciencia ficción arqueológica: de tan antigua es ya una reliquia acerca de cómo se imaginaba el futuro desde el lejano pasado. Metrópolis (1927) de Fritz Lang es una pesadilla obrera sobre el maquinismo taylorista, junto a su particular proceso revolucionario… ¡en el más puro estilo del cine mudo! La estética futurista de los edificios junto a unos jardines de una mítica exhuberancia le dan visos de superproducción en su época. Y la segunda (que acaso puede dialogar en muchos aspectos con la anterior) es el documental sobre un evento de juventudes políticas militantes. En El triunfo de la voluntad (1935) Leni Riefenstahl da una lección de estetización cinematográfica de la política, de encuadres creadores de líderes y panorámicas amalgamadoras y constitutivas de las masas. Miles y miles de jóvenes alemanes acampan, realizan actividades físicas e intelectuales propias de la raza superior y comparten hermanados el rancho de campaña, mientras son visitados por la plana mayor del Estado nazi, Hitler incluido. Discursos y arengas de Goebbels y de toda de la jerarquía (hasta explican el antisemitismo desde la perspectiva biológica), la puesta en escena completa del sexto Congreso del Partido Nacionalsocialista, y toda la euforia que puede producir el miedo en una masa destinada a suicidarse no sin antes protagonizar la mayor producción en serie de cadáveres de la historia humana.

Esto es Occidente, Europa, Alemania

Yendo a lo seguro. Todas las pelis que aquí se refieren están en la dvdteca, menos la de Burton y la de Keanu. O sea: si no está dispuesto a la sorpresa, métase de cabeza con las imprescindibles Cinema Paradiso, Novecento o Perros de la calle. No le fallarán.

Publicado en Pausa #55

domingo, 8 de agosto de 2010

Ya salió el #60


En los kioscos de Santa Fe y por suscripción a pausadigital@gmail.com...

(En el interior, coberturas sobre la interna local entre CGT y CTA, el nuevo plan urbano, la presencia de Hernán Brienza en el encuentro de cibermilitantes, la apertura de un nuevo espacio escénico, los padres que le taladran el alma a sus hijos para volverlos estrellas furbolísticas, una guía con el mejor cine político de la dvdteca del CCSF, humor, agenda, el noticiero y muchísimo más...)